Historia, pregunta formulada por AvrilAnjhali, hace 20 horas

que animales anunciaron la muerte de rasu ñiti? ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por sofisrendon
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Respuesta:

El artículo gira en torno a la visión de la muerte que propuso en su obra el narrador peruano José María Arguedas, desde el análisis del cuento “La agonía de

Rasu Ñiti” (1962) y a su relación con el enfoque de lo Real Maravilloso.

La estructura del artículo consideró en primer lugar una contextualización

sobre el concepto de la muerte desde la óptica de lo Real Maravilloso latinoamericano, para luego centrarse en la descripción de dicho aspecto, en el relato

citado. Cabe resaltar en la interlínea, la intención de proponer al cuento en

mención como un ejemplo representativo de la visión de la muerte en la narrativa de Arguedas.

Finalmente, se concluye que “La agonía de Rasu Ñiti” presenta una serie

de rasgos que emparentan a Arguedas con lo Real Maravilloso, gracias a la

percepción de la muerte que exhibe.

Palabras clave: muerte, Real Maravilloso, Rasu Ñiti, Latinoamérica.

Explicación:En Latinoamérica, la vida y la muerte no solo conviven sino que son expresiones levemente diferenciadas de lo mismo y actúan como una sola en un devenir

que solo atribuye a la segunda cierta mayor amplitud de desplazamientos y de

comunicación.

De esta forma, los ritos mortuorios de las civilizaciones precolombinas denotaban una mayor compenetración entre los deudos y el fallecido que los vínculos desarrollados por la cultura occidental y sus muertos más allá de estatuas

o monumentos. Así queda demostrado con las ofrendas que acompañan al finado en su largo viaje, y con la tendencia al embalsamamiento, que implicaba un

respeto a la imagen que el difunto tuvo en vida y al deseo de que esa apariencia

física permanezca inalterada o por lo menos se retarde el proceso de deterioro

que pudiera sufrir.

Siglos más tarde, los rezagos de aquellos rituales, transculturados por la

conquista y por los vastos movimientos migratorios —casi nunca de retorno— han motivado una concepción del mundo y de las cosas, en la que los

fantasmas, aparecidos o espectros intervienen de manera decisiva en el mundo

de los vivos.

Lo expuesto se hace patente en la forma en la que apelamos a los muertos

para solicitar su intervención ante una dificultad o para invocar su poder y conseguir algún anhelo personal. En síntesis, nos dirigimos a ellos —generalmente

seres queridos o familiares— como a divinidades menores; una suerte de dioses

domésticos, que por sus propias posibilidades o por su capacidad de intermediarios ante el Dios mayor, poseen la virtud de solucionar nuestros problemas o

al menos de intentarlo. En el otro extremo, los difuntos —generalmente ajenos,

desconocidos— tienen la energía y la voluntad suficientes para atemorizarnos,

ya sea profiriendo sonidos o movilizando objetos en un intento de intimidación sicológica.

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