¿Qué acontecimientos te parecieron graciosos de la obra cien años de soledad ?
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Mucho tiempo después, Fernanda del Carpio, aquella niña que había sido levantada con el único propósito de convertirse en una reina y que para ello había aprendido a tocar el clavicordio, a manejar 32 cubiertos en la mesa, a hablar latín y a danzar ballet, y que usaba una bacinilla de oro para defecar, descubrió que se había casado con un honbre al que le gustaba tocar el acordeón en medio de verbenas populares en la plaza de Macondo para terminar durmiendo en calles sucias
Y el día que lo descubrió, presa de la indignación y la impotencia, pensó en cómo había sido posible que ella, Fernanda del Carpio, “la ahijada del duque de Alba, una fijodalga de sangre como ella que tenía derecho a firmar con once apellidos peninsulares, y que era el único mortal en ese pueblo de tontos que no se sentía emberenjenado frente a dieciséis cubiertos”, cómo ella, Fernanda del Carpio, fue a parar a una casa en la que el coronel Aureliano Buendía, que en paz descanse, tuviera el atrevimiento de preguntar de dónde había merecido ese privilegio de defecar en una bacinilla de oro.