Q problemas afectan la reforma tributaria?
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Efectos macroeconómicos esperados de la reforma tributaria
En términos generales, el proyecto de reforma tributaria eleva gradualmente la tasa del impuesto a las empresas de 20% hasta alcanzar un 25% en 2017, lo que significaría una alza de aproximadamente 50% en 10 años. Pero más importante, cambia la estructura del sistema tributario al transitar desde una tributación base retiro (o de ingresos percibidos) a una devengada (o del total de utilidades) para los dueños de las empresas, terminando así con el registro contable del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT). Esta modificación se haría efectiva en 2018 eliminándose el flujo de utilidades del FUT, pero se mantendría indefinidamente el stock histórico. El efecto combinado de ambas modificaciones a la tributación de las rentas del capital equivale a aumentar el impuesto a la renta de las empresas desde 20% a 35%. Para ello, introduce la obligación de las empresas de retener un 10% de sus utilidades totales, adición al impuesto de primera categoría, lo que actúa como un anticipo del impuesto global complementario o adicional a pagar por sus socios o accionistas.
Efecto de un incremento en la tasa de impuesto a las empresas
Conceptualmente, un incremento en la recaudación de impuestos reduce la inversión y/o aumenta el ahorro externo (déficit en la cuenta corriente) de la economía. Esto se aprecia al considerar la simple identidad de la macroeconomía: un aumento en el gasto de gobierno que no va acompañado de un aumento del ahorro privado (reducción del consumo) debe reducir la inversión y/o las exportaciones netas
Si bien el sistema se mantiene integrado, al ser el pago del impuesto de la empresa un adelanto del impuesto personal, un incremento de la tasa corporativa afecta las decisiones de inversión que se toman a ese nivel. Más aún, como se señaló, para afrontar un posible problema de liquidez en los accionistas de las sociedades anónimas al tener que tributar sobre base devengada, el proyecto contempla una retención de 10% por parte de la empresa. En la práctica entonces la tasa de éstas ascendería a 35%.
La inversión (flujo) bruta es el cambio en el stock de capital más la depreciación del capital existente. La demanda por capital deriva de su productividad marginal. El nivel óptimo de éste dependerá entonces de la igualación de la productividad con el costo de usar capital que se refleja en una tasa de interés real, la tasa de depreciación y la variación de precios del capital que determina la ganancia o pérdida de capital.
La inversión, por lo tanto, depende de las mismas variables que la demanda por capital. Un aumento en la tasa de impuesto que pagan las empresas eleva el costo de capital y, por consiguiente, disminuye la inversión. En otras palabras, el inversionista está interesado en el retorno neto de impuestos. Un aumento en la tasa de impuesto lleva a exigir un mayor retorno a la inversión, por lo cual ella cae.
La evidencia internacional respecto de los efectos negativos de los impuestos sobre la tasa de inversión y crecimiento del PIB es abrumadora[iii]. Para Chile existe menos investigación al respecto, pero todos los trabajos empíricos, salvo uno, encuentran que un incremento en la tasa de impuesto corporativa reduce la tasa de inversión[iv].
En concreto, un incremento de 5 puntos en la tasa de impuesto a las empresas reduciría la tasa de inversión a PIB en el rango -0,22 a -5,3 puntos porcentuales. Esto lleva a una caída en la tasa de crecimiento del PIB en el rango de -0,05 a -1,25 puntos. Si consideramos el punto medio de la caída en la inversión (-2,7pp), entonces el crecimiento se reduciría en -0,77 pp. Es decir, si la economía estuviera creciendo al ritmo de 4%, el alza de impuestos la llevaría a un crecimiento de 3,3%. Estos efectos deberían ser transitorios a menos que la menor acumulación de capital tuviera impacto sobre la productividad total de factores, en cuyo caso serían más permanentes
Efecto del cambio en la base de tributación de los dueños de empresas
El cambio de la base de tributación de los dueños de empresas a una devengada destruye un sistema que al hacer recaer los impuestos sobre el gasto mostró ser muy eficiente en estimular el ahorro de las empresas (utilidades retenidas) y la inversión. Basta recordar nuestra experiencia: la tasa de impuesto sobre las utilidades retenidas se redujo de un 47% a comienzos de los 80 hasta 0% en 1989, para aumentar a 15% en 1990. La inversión saltó de tasas del orden de 15% del PIB a 25% hacia mediados de los 90. Asimismo, el ahorro se incrementó desde 15% a 23% y lo más notable es que aquel que más creció fue el de las empresas, de 10% a 20%, respondiendo al estímulo de la menor tasa de impuesto sobre utilidades retenidas, tal como se esperaría de un impuesto al gasto.
En los últimos años, el ahorro de las empresas ha caído por el incremento en la tasa de impuesto, el aumento en los costos laborales y de energía