Q hacían los indígenas en el texto chuya chaki
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
INSTITUCIÓN EDUCATIVA CRISTO OBRERO
ÁREA DE HUMANIDADES – LENGUA CASTELLANA
TEMA: LITERATURA ABORIGEN COLOMBIANA
CHUYA-CHAKI
A la aldea de Awnari llegó un hombre a pedir albergue. Como era por la tarde sólo se encontraban
las mujeres y los niños menores, pues los demás se hallaban fuera, unos, trabajando en sus chagras
y otros, cazando. La más vieja de las mujeres, que era la madre de Awnari, le brindó una totuma de
muyá, el licor de yuca, diciéndole que esperara hasta la llegada de los cazadores. Chuya-Chaki el
hombre, se sentó sobre un tronco en la gran cocina donde trabajaban las mujeres. La construcción
era descubierta a los lados y con techo de palma, a dos aguas.
Chuya-Chaki miraba con una mezcla de aburrimiento y curiosidad. Vio que dos de las mujeres se
dirigieron a una choza pequeña y oscura donde había un gran recipiente de madera tallado en un
tronco que contenía licor en fermentación, el muyá. Entre las dos habitaciones estaba la maloca, la
vivienda comunal. Las tres construcciones formaban una especie de arco cuya cuerda estaba
constituida por un riachuelo. Un pequeño puente de troncos unía a la aldea con el camino que hendía
la selva, por donde habían partido los hombres y por donde habrían de regresar.
Las dos mujeres llenaron unas grandes totumas y regresaron a la cocina; otra pareja descolgó un
tipití con el que se dedicaron a colar el líquido. Observó mientras lo introducía por la garganta del
instrumento, un tubo flexible tejido de caña lisa; luego, cada una empezó a tirar de un extremo y
poco después el jugo goteaba. Una anciana habló:
__ Prometieron traer buena carne; por eso preparamos el muyá, para recibirlos. Chuya-Chaki asintió.
__ Así agradecemos y premiamos el esfuerzo. Al retornar, los que han obtenido la caza avisan
tocando el maguaré, ese gran tambor tallado en tronco de árbol que hay cerca de la aldea, y nosotras
salimos a su encuentro. Cuando no consiguen nada no avisan y ellos mismos buscan de beber. Ya
no…
Chuya-Chaki se había levantado y, simulando ir detrás de la maloca, desapareció por el camino de
la selva. Cayendo la tarde, Awnari se reunió con la mayoría de hombres, para disponer el regreso.
Antes deberían ir juntas las piezas obtenidas y distribuidas en partes iguales para llevarlas de vuelta.
Como habían matado una danta, tuvieron que despresarla; era tan grande que fueron necesarios
diez hombres para poder cargarla, una parte cada uno.
Con habilidad cortaron hojas de una pequeña palma de cambira y las fueron entrelazando hasta dar
forma a bolsas en que guardaron la carne; luego cortaron bejucos, con los que fijaron los bultos a
la espalda. El cielo se oscureció, se oyeron algunos truenos y comenzó a lloviznar.
__ Es mejor que regresemos o no podremos caminar bien con la lluvia. Los otros deben estar ya con
mi hermano Watinga y los encontraremos por el camino o allá en nuestra casa__ dijo Awnari.
Emprendieron la marcha, con Awnari a la cabeza. La lluvia había oscurecido la tarde y no se podía
ver bien; al rato la tierra se puso lisa por el agua, por lo que a veces resbalaban, haciendo difícil
cada paso.
Explicación:
Abajo hay mas
los sonidos de la lluvia; Awnari ya no oía sino la lluvia cayendo sobre la lluvia que ya había caído,
sólo lluvia cayendo, cuando se dio cuenta de que no reconocía el lugar por donde caminaban y de
que era muy posible que se hubieran perdido. Tal vez sus compañeros también lo habían notado,
porque caminaban en silencio y sus ojos se oscurecían de preocupación.
Hugo
cosas estarían pensando los hombres y estos se sentían tristes porque sabían lo que Awnari pensaba.
Niño
seguro que el agua había borrado las señales del camino, por lo que de todas formas tendrían que
esperar hasta el otro día para orientarse. Este sería el mejor de los casos. “Ojalá a los otros no les
haya pasado lo mismo”, deseaban mientras caminaban, no solamente por la esperanza de llegar,
sino por no abandonarse a la incertidumbre.
de la aldea y debía ser Watinga que regresaba y lo tocaba para avisar a las mujeres. La esperanza
regresó a ellos y caminaron rápidamente hacia donde se oían los sonidos. Una vez en el lugar sería
fácil llegar a la aldea, que quedaba muy cerca. Pero caminaron bastante, de manera que ya debían
haberlo encontrado, sin lograr nada.
habían extraviado nuevamente o que a causa de la lluvia habían oído mal; pero después de mucho
caminar en la nueva dirección no encontraron nada.
¡Tam, tam, tam…! Luego, nada más. Agobiado Awnari decidió gritar llamando a su hermano:
__Watinga, Watingaaa…
__Wat tingaah…ah…ah.
esperando oír el maguaré que anunciaría la llegada de los hombres.
Triste, la madre de Awnari pensó en Chuya-Chaki y también en el caminante de varias tardes antes;
pero al mirar en torno a sus ojos no lo vieron.
Nunca regresaron.
Primitivos relatos contados otra vez,
resbaloso, por lo que pensó hacer un descanso más adelante creyendo que los demás se sentirían
igual. .