Historia, pregunta formulada por lautiw89, hace 1 año

proceso de construcción del Estado monárquico en España.

Respuestas a la pregunta

Contestado por martaperlo10
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Respuesta:

a construcción del Estado español, pues, partió de esa base que hemos descrito de un poder completamente desmenuzado. Era una situación prácticamente confederal. El Gobierno central no poseía aún medios administrativos para conocer el territorio, para obtener recursos de él o para hacer cumplir las normas, si no era a través de la mediación de poderosos locales con los que tenía que negociar. Este es el origen de la estructura clientelar del poder político y de los partidos en la España del XIX, que culminaría en el fenómeno del caciquismo, denunciado durante la crisis de la Restauración. Antes de que ese tipo de denuncia hiciera aparición (en torno al movimiento regeneracionista y la crisis de 1898), el caciquismo sirvió como instrumento para suplir la falta de medios administrativos propios por parte del Gobierno. La relación clientelar con los caciques locales y regionales permitió controlar el territorio, mantener el orden, reclutar soldados y recaudar impuestos. Solo cuando el Estado empezó a ser capaz de realizar todas estas funciones por sí mismo -hacia finales del siglo XIX-, la realidad social y política del caciquismo empezó a ser criticada duramente por quienes aspiraban a un modelo de Estado más moderno.19

La fuerza del componente local en aquel Estado incipiente que se estaba construyendo era enorme: no sólo se partía de una situación en la que el poder estaba en la práctica en manos de los caciques o notables locales con los que había que negociar todo; sino que, además, la identidad local era, según todos los indicios, a la que se adherían más intensamente los ciudadanos (más que la identidad nacional o regional).20

HACIA LA CONSTRUCCIÓN MATERIAL DEL ESTADO: LA ADMINISTRACIÓN

Construir un Estado desde este punto de partida fue un proceso lento, costoso y conflictivo. Las autoridades del nuevo Estado en construcción tenían que dotarse de medios para llegar por sí mismas hasta el último rincón del territorio y para prescindir de la mediación de los ayuntamientos y los notables locales. Obviamente, ese objetivo tenía unos costes, requería unas inversiones y competía con otras prioridades presupuestarias. El contexto financiero de escasez extrema frenaba el avance hacia una Administración pública moderna y eficaz. También ralentizaba el proceso la existencia de dificultades materiales, como las que imponían las grandes distancias y el relieve peninsular, la diversidad lingüística y las desiguales estructuras de poblamiento, barreras todas ellas que exigían tiempo, dinero e imaginación para ser vencidas por un diseño global de Administración centralizada y uniforme. Por último, también dificultaba el proceso la existencia de intereses contrapuestos: intereses contrarios a la centralización del poder, como los que venían del clero católico o de los notables locales, depositarios directos de un poder amenazado por la construcción efectiva del Estado.

Por todo ello, el proceso fue lento. Y esta es una de las claves para comprenderlo. Hablamos de una revolución que se demoró durante decenios y que conoció alternancias políticas tanto en el Gobierno como en la definición del régimen (como puede verse en el cuadro 1). Esto dio oportunidad de que en el diseño del Estado y en la definición de cada una de sus piezas intervinieran muchas manos, partidos diversos que no podían aspirar a que sus realizaciones se mantuvieran una vez que hubieran caído del poder. Ese telón de fondo que fue la inestabilidad política otorga especial relevancia a aquellas medidas que se mantuvieron a largo plazo, por lo que tienen de excepcionales: eran medidas que, o bien alcanzaron un consenso entre las diversas fuerzas políticas en disputa, o bien respondían de forma eficaz a necesidades urgentes, de manera que una vez adoptadas nadie pudo derogarlas.

Explicación:

Contestado por isabellameneses582
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a construcción del Estado español, pues, partió de esa base que hemos descrito de un poder completamente desmenuzado. Era una situación prácticamente confederal. El Gobierno central no poseía aún medios administrativos para conocer el territorio, para obtener recursos de él o para hacer cumplir las normas, si no era a través de la mediación de poderosos locales con los que tenía que negociar. Este es el origen de la estructura clientelar del poder político y de los partidos en la España del XIX, que culminaría en el fenómeno del caciquismo, denunciado durante la crisis de la Restauración. Antes de que ese tipo de denuncia hiciera aparición (en torno al movimiento regeneracionista y la crisis de 1898), el caciquismo sirvió como instrumento para suplir la falta de medios administrativos propios por parte del Gobierno.

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