prinsipales características de la guerra del uso de armas quimicas
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La guerra química se enmarca en el concepto de armas de destrucción masiva, el cual hace referencia a los llamados agentes NBQ (nucleares, biológicos y químicos). Si bien los ataques con armas químicas han sido llevados a cabo en el contexto de guerras regulares, actualmente los agentes NBQ constituyen, ante todo, un peligro de ataque terrorista. Aunque se ha sugerido ampliar el término, usando la denominación NBQR, por la existencia de posibles armas radiológicas (uso de radionúclidos contaminantes con un explosivo convencional), lo cierto es que, de forma habitual, se sigue hablando de NBQ
Explicación:
El uso de sustancias tóxicas como armas tiene una larga historia de varios miles de años. Se ha asociado con los métodos tradicionales de caza, incluido el uso de armas envenenadas (flechas, lanzas), el envenenamiento del agua (abrevaderos, pesca) o la fumigación de animales con productos tóxicos de combustión. Todas estas formas de caza, utilizando sustancias tóxicas, también aparecieron en el combate y luego se desarrollaron particularmente en las guerras antiguas, si bien, han persistido hasta el presente (2).
El debut de la guerra química o, mejor, su puesta de largo, se produce durante la I Guerra Mundial. No obstante, no está claro quien fue el primero en usar esta forma de agresión. Para algunos fueron los rusos con la cloropicrina (3), para otros fueron los alemanes en 1914, en Bolimow, con gas T (xylyl and benzyl bromides) (4). Como señala Villalonga (1), antes puede hablarse de una prehistoria química. Los primeros datos de utilización se enmarcan en las crónicas de Alejandro Magno (se hace referencia al uso de cal viva con azufre y cenizas para producir un polvo tóxico respiratorio e irritante de la piel); en la guerra del Peloponeso (Atenas contra Esparta), hacia el año 423 a.C., cuando los espartanos intentaban conquistar una fortaleza ateniense, se utilizaron humos irritantes y azufre; hacia el siglo VII se usaba el llamado “fuego griego” (resina, azufre y petróleo), de acción por calor y por tanto más arma física que química; en el siglo XIII, Hassan al-Ramnah inventó lo que se ha venido en denominar como “primer torpedo” y que definió como “un huevo que se mueve por sí mismo y quema” -hecho con dos hojas metálicas rellenas de nafta, limaduras de metal y salitre, se movía por la superficie del agua impulsado con un cohete y mantenido en su curso por un pequeño timón- (5,6); ya en el siglo XV se usaron productos cáusticos-irritantes en la batalla naval de Ponza (genoveses contra aragoneses) y en batallas contra los turcos; en los siglos XV y XVI los venecianos emplearon venenos introducidos en municiones de morteros; en el siglo XVII, comenzó a usarse la artillería química (en 1640, Glanber propuso el empleo de granadas fumígenas y proyectiles conteniendo trementina y ácido nítrico); finalmente, en Sévres, en 1830, se fabricó el primer proyectil de artillería de cañón conteniendo agresivos químicos -ingenio atribuido al farmacéutico francés Lefortier- (1). En la Guerra de Crimea (1853-1856) se intentó la toma de Sebastopol usando dióxido de azufre y proyectiles con tetrametildiarsina, y en la Guerra Civil Norteamericana se propuso el uso de proyectiles con cloro, ácido cianhídrico, compuestos de arsénico y materiales procedentes de plantas venenosas, como capsaicina, veratrum, etc.