principales manifestaciones, expresiones y movimientos culturales desarrollados durante el siglo XXI
Respuestas a la pregunta
Respuesta: Las principales manifestaciones y expresiones de movimientos culturales que se desarrollaron durante el siglo 21 fueron: El arte moderno, el arte abstracto.
En este período, el continente latinoamericano tuvo un protagonismo particularmente significativo. Por lo tanto, este libro es de lectura obligatoria especialmente para los estudiosos de los movimientos
sociales en nuestra región. Sus análisis abarcan un conjunto muy rico
de movimientos sociales, de los movimientos indígenas a los movimientos campesinos, de los movimientos de educación popular a los
movimientos por la democracia, los derechos humanos y la paz.
se destacan tres afinidades principales: el papel central de las redes sociales y la relación entre el mundo virtual y las plazas públicas; la frustración que afloró muchas veces después de los momentos o los períodos de más efervescencia en la acción y la movilización colectiva; la necesidad de incluir en el mismo marco analítico a los actores progresistas y a los movimientos conservadores, e incluso reaccionarios, que paralelamente fueron emergiendo en varios continentes. Este último tema adquiere hoy una actualidad
muy especial tanto en el continente como en Europa y en Asia. El
fortalecimiento reciente de grupos de extrema-derecha, organizados
internacionalmente y a menudo financiados por los mismos intereses económicos que dominan el neoliberalismo y el capital financiero
global, merece una atención cada vez mayor de los científicos sociales
comprometidos con la transformación progresista de la sociedad y
con los movimientos sociales que la protagonizan. La cultura del odio
y el llamado a la violencia y a la eliminación de los adversarios (concebidos como enemigos), que es característico de los grupos de extrema
derecha, tienen como blanco privilegiado a los activistas de los movimientos sociales
LA DÉCADA DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Con el levantamiento zapatista en el suroeste mexicano el 1 de enero
1994, se inicia un nuevo siglo para los movimientos sociales, los que
ya no corresponden a la tipología de “nuevos” o “viejos” movimientos.
A partir de la mitad de la década de 1990, surge una ola de movimientos globales que forman el movimiento altermundialista y que está
marcado por una contestación del neoliberalismo por parte de redes
de intelectuales comprometidos y, sobre todo, por una regeneración
de los movimientos indígenas y campesinos. Como sociólogo, he dedicado los diez primeros años de mi vida de profesional a entender
mejor este movimiento y las culturas activistas que lo animaban.1
Una nueva etapa se inició a partir de 2011, con antecedentes desde
la crisis financiera y económica de 2007-2008. En diciembre de 2011, la
revista semanal estadounidense The Time eligió un manifestante como
persona del año. Desde 2011 y hasta la fecha, no pasa una temporada
sin que movilizaciones masivas de ciudadanos reclamando más democracia en países de varios continentes tomen la escena pública. Dichas movilizaciones retomaron las luchas del altermundialismo y una parte de sus formas de acción, pero también encarnaron una nueva
etapa, con una reconfiguración de las modalidades de acción y otras
respuestas a la eterna pregunta de los movimientos sociales: ¿Cómo
cambiar el mundo? Esta nueva generación de activistas se puso en
movimiento con sus experiencias de vida, con su híper-conectividad,
con sus sueños y sus demandas de una vida más digna y de un mundo
menos desigual y más democrático.
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las perspectivas sobre los movimientos sociales que se habían llenado de optimismo al ver surgir tantos actores progresistas. El fenómeno anterior no invalida la centralidad de los movimientos sociales en
esta década de 2010, pero nos recuerda que no podemos enfocarnos
fundamental incluir mejor a los actores conservadores y a los actores
que promueven el capitalismo financiero global entre los movimientos
sociales que estudiamos.
Este libro se enfoca en una cultura activista particular, que ha sido
el núcleo de los mayores actores del altermundialismo, de los nuevos movimientos ecologistas y de la ola global de movimientos que
surgieron en todos los continentes en esta segunda década del siglo
XXI: la cultura “alter-activista”. Coloca la experiencia vivida y la ética en el corazón del compromiso.
en el corazón de estas formas de compromiso, al mismo tiempo que
sostienen una búsqueda de coherencia en los valores. Son animados
por un rechazo de asumir modelos dominantes, sean de los cánones
de la sociedad del consumo o de los marcos de las organizaciones
clásicas de la sociedad civil.
como una persona transformando la sociedad. Es, por lo tanto, una
forma de compromiso altamente personalizado pero muy solidario.
Los alter-activistas están conectados por las redes socio-digitales y por
resonancias globales y, a la vez, se encuentran muy activos en el nivel
vez, valoran y defienden la experiencia vivida frente a los poderes del
capital y del consumismo y, por tanto, consideran el cambio como un
proceso de experimentaciones creativas donde los actores tienen que
implantar sus valores de horizontalidad, igualdad y creatividad en actos concretos y “prefiguran” otros mundos posibles.
sus valores en práctica.
El alter-activismo se expresa tanto en el espacio público como
en la vida cotidiana, en el modo de pensar, de vestirse, de comer, de
relacionarse con los demás. Establecen no solamente otras formas de
hacer la política, sino también de trabajar, de producir y de consumir,
frente a aquellas de las élites políticas y económicas.
formas de conectarse con los otros, menos basadas en el estatus y las
jerarquías y más en un encuentro personal, “de persona a persona”,
como dicen. Por lo tanto, para entender esta cultura activista, tenemos que superar dos dicotomías: entre la construcción de sí mismo y
el activismo y entre la vida privada y la vida pública. El compromiso
político no se limita a una esfera “política”.
los poderes a los que se oponían, sino que estamos frente a un fortalecimiento de la represión, del autoritarismo y del conservadurismo