principales características de la agricultura de europa
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La agricultura europea es muy compleja, como corresponde a un continente de antigua civilización, con múltiples influencias culturales, que se desarrolla sobre un espacio diverso y fragmentado. Si el clima y el relieve aportan las claves de la especialización productiva regional, éstas no se comprenden sin el curso de la historia, que ha ido materializando unos espacios agrarios diversificados a escala continental, regional y comarcal. Pero estos paisajes agrarios están cargados de múltiples factores disfuncionales como su excesiva fragmentación, con unas explotaciones demasiado pequeñas y divididas; fenómeno potenciado por la excesiva población agraria.
UN ESPACIO AGRARIO DIVERSO: POTENCIAL ECOLÓGICO E HISTORIA
El potencial ecológico europeo
Europa es un espacio que, desde el punto de vista fisionómico, es un espacio abierto, con una gran articulación costera, afectado mucho por las influencias marinas, lo que le otorga unos caracteres mixtos, entre lo continental y lo oceánico, aunque con grandes diferencias a escala regional y comarcal.
En su configuración morfoestructural se puede diferenciar la Europa caledoniana y herciniana, por un lado, y la alpina, por otro. El primero de estos dominios, que engloba a Europa central y septentrional, presenta unos macizos casi llanos por la erosión, con algunos enclaves, como el Macizo Central francés, los Vosgos o la Selva Negra, rejuvenecidos en algunos sectores, que delimitan extensas cuencas sedimentarias. Así se forma la gran llanura central europea, formada por materiales del Cuaternario y Terciario sobre los que se disponen otros de origen glaciar también cuaternarios. Estas grandes llanuras se han prestado a un fácil laboreo, ya desde tiempos remotos, aunque muchas veces han necesitado un previo acondicionamiento.
Por otro lado, el sector meridional constituye la Europa alpina y subalpina, donde, durante el Terciario, se crearon unas formas de relieve profundamente contrastadas, con potentes cordilleras (Alpes, Pirineos, Cárpatos, Béticas…), depresiones subalpinas (Guadalquivir, Ebro, Po…) o cuencas sedimentarias (Meseta española), también explotadas desde muy antiguo.
Los aspectos climáticos, por otra parte, ejercen un papel decisivo. La mayor parte de los países europeos se sitúan en la zona templada del planeta (latitudes entre los 36 y 58 grados norte), abierta a influencias marítimas, que introducen un factor atemperante y de humedad, con un gradiente que pierde valor de oeste a este. Se configuran, así, tres dominios climáticos diferentes: el oceánico, el continental y el mediterráneo. El primero, en la zona más occidental de Europa, se caracteriza por las abundantes precipitaciones, escasa oscilación térmica y poca insolación, con lo que aquí predominan los prados y la ganadería. Hacia el interior se atenúan las precipitaciones, aumenta la oscilación térmica y se pasa rápidamente al dominio continental, mientras el sur europeo, con temperaturas más elevadas y aridez estival, es el dominio del clima mediterráneo, en el que los regadíos y secanos representan dos modalidades de aprovechamiento agrario muy diferentes.
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