Religión, pregunta formulada por benitesluisdavid, hace 1 día

primer domingo de Adviento. Mateo 24, 37 -44
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Respuestas a la pregunta

Contestado por domenicaquimisstar
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Respuesta:

El tiempo de Adviento ha de servirle a la Iglesia como anuncio de las posibilidades que existen en nombre del Dios que se manifiesta y camina entre su pueblo. Marcos que nos ocupa durante este primer Domingo de Adviento nos recuerda la promesa del retorno de Cristo. Siendo que el tiempo de Adviento es uno de espera, es propicio que comencemos nuestras lecturas dominicales con una porción de las buenas nuevas que giran en torno a la espera por la manifestación de Cristo. En él se escucha a Jesús dar algunas sugerencias de lo que la persona creyente puede experimentar mientras esperamos el regreso glorioso del Mesías.

Contexto de la profecía

La mayoría de las personas estudiosas de la historia de los textos bíblicos concuerdan en que el evangelio de S. Marcos fue escrito durante o justo después de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70. Esto nos deja saber que han pasado por lo menos dos generaciones desde que la Iglesia comenzó a tomar forma. Este evangelio en particular trata de ofrecer una visión de Jesús como la esperanza en medio de tales persecuciones. Debido a las persecuciones a las que las comunidades cristianas eran sometidas, es pues de entenderse porqué la persona de Jesús en S. Marcos habla en forma de acertijos.

Marcos 4.11b-12a. La lectura que nos ocupa está bien cimentada en la experiencia de persecución del pueblo cristiano primitivo. Este contexto histórico ha de servir como marco de referencia a la predicadora y al predicador al momento de hacer uso de esta lectura.

El mensaje de expectación

Para un pueblo que ha estado en persecución, el mensaje de Jesús en el texto de S. Marcos es uno de reafirmación. Durante todo el discurso, Jesús llama a sus oyentes a estar a la expectativa. Siendo que el tiempo de Adviento es uno de expectación, este pasaje es perfecto para introducir a la congregación a las celebraciones litúrgicas que han de comenzar.

El Hijo de Hombre y la aflicción de la Iglesia

Para un pueblo perseguido, el escuchar que la manifestación última de victoria es la misma persona que es Dios y que es humano debe ser confortante. Al recordarle a la comunidad de creyentes que Jesús es el Hijo del Hombre, o sea, el mismo Dios que comparte la humanidad que tenemos, el evangelista nos ofrece una palabra de esperanza. El Dios que se hace carne no se ha de olvidar de quienes estamos todavía en esta etapa de la jornada. Por el contrario, su identificación con la aflicción humana es clave para la victoria que Dios ha de ofrecernos al final de los tiempos.

«Y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos…»

La manifestación de Dios en la persona de Cristo es la señal indubitable de que la Divinidad se interesa por toda la gente. Este pueblo escogido es toda criatura que comparta la humanidad que Dios ha escogido compartir con el ser humano. Nadie se queda fuera de la manifestación triunfante de Dios.

¡Velad!

Finalmente, Jesús nos invita a estar en actitud de alerta. Esto es importante recalcarlo puesto que este texto apocalíptico es frecuentemente tomado fuera de su contexto histórico para confundir a la persona creyente. Interesantemente, esta invitación a estar en vela con la que termina la perícopa contrasta con las palabras que encontramos unos versos anteriores en S. Marcos 13.30. En esta ocasión, Jesús asegura que su propia generación no pasará antes de que estas cosas acontezcan.

Es aquí donde vemos el uso de la alegoría en el evangelio. En cada generación Dios se ha de manifestar y por lo tanto tenemos que siempre estar con nuestros ojos bien abiertos para poder experimentar esta manifestación del Espíritu de Dios.

Explicación:

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