premios de manuel félix garcia
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
artista celebra en el Museo Muñoz Mariño. Retratos y paisajes son parte de su exposición que se inaugura hoy.
Mirar las acuarelas de Manuel Félix García es adentrarse a sus pupilas: ahí están los paisajes y las personas de su memoria.
En su transparencia hay nostalgia, como en sus colores conseguidos hay la calidez con la que afronta a la misma. Y, desde su experiencia personal, termina siendo un cronista desde la acuarela.
Todo empezó de niño. Cuando con su abuelo salía desde su querida Píntag al Centro Histórico. Allí le encantaba observar a un pintor anónimo que, para el niño Manuel, resultó la inspiración que se alimentaba de la naturaleza y urbanismo parroquiano de su pueblo.
Así es como los rincones de su entorno, sin olvidar a su gente, son los predilectos para enfrentarse a la cartulina blanca, cómplice de la imagen que ya tiene en mente –“porque la imagen ya debe estar preconcebida para la acuarela, no hay tiempo para las improvisaciones”, tal como él mismo asegura-.
Son tres décadas inmerso en la acuarela y una muestra con 45 de sus obras lo celebran. ‘Los colores del agua’ se titula su exposición, que se inaugura esta noche (19:00) en el Museo de Acuarela y Dibujo Muñoz Mariño.
Encuentro
El maestro García, antes de su “enamoramiento con la acuarela”, exploraba por los óleos, los pasteles y los acrílicos. En 1988 quedó encantado con el trabajo del maestro César Tacco y había decido aprender su técnica, pero un encuentro con el maestro boliviano José Rodríguez lo marcó.
EL DATO
La exposición estará abierta hasta el 17 de mayo de 2018.“Tuve la oportunidad de conocerlo (Rodríguez), de escucharlo y le dije que sería bueno que dé un taller en Quito. Me respondió que justo tenía programado uno, por varios meses. Estaba costoso, hasta un préstamo saqué, pero aprendí de este gran maestro cochabambino”.
Desde entonces, son treinta años de “profundo amor por la acuarela”, técnica por la que apuesta “gracias a la transparencia que le permite evidenciar un verdadero dibujo; y por la adrenalina que implica en su ejecución al no dar margen de error”.
Exposición
El paisaje natural, el paisaje urbano y los retratos son parte de la muestra propuesta por García.
En lo natural, predomina el entorno que lo rodea: el Antisana, del que, curiosamente, consigue abrigo; y los ríos Píntag y Chachauco, tan potentes a la par de ‘Los colores del agua’.
45
obras conforman la exposiciónLo urbano cobra un tinte rural. Lo urbano de los 60’ y 70’ es lo que plasma en las cartulinas: están ahí las antiguas y desaparecidas haciendas, la panadería del pueblo: sus acuarelas respiran adobe. Claro que se dará un momento para impregnar en la blancura a la calle Junín (donde se ubica el Museo Muñoz Mariño) o a la Venezuela con la imponente Basílica como telón de fondo.
También habrá un espacio para los Aya Huma y danzantes, pero, sobre todo, habrá un momento para retratar a los personajes que ahondan en sus recuerdos, esos personajes que son también la memoria de su pueblo, Píntag.
Aparecen ‘Juanita’, con la que ganó un premio en Argentina; su vecina ‘Hortensia’, que al recordarla su boca se hace agua por el sabor de sus quimbolitos; ‘Paquita’ y su infaltable pan Carlitos; o sus abuelos, quienes han sido su cuadro de mayor demanda, porque lo que más cuesta es plasmar los orígenes, mucho más si estos buscan la transparencia y el nunca diluirse. (DVD)
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