porque surgen los primeros hombres de la rodilla de yuche
Respuestas a la pregunta
Yuche, se bañaba en un arroyo muy a menudo y un día, cuando se estaba lavando la cara se inclinó hacia adelante mirándose en el espejo del agua. Por primera vez notó que había envejecido. Al verse viejo se entristeció profundamente, y emprendió el regreso a su choza. El susurro de la selva y el canto de las aves lo embriagaban de infinita melancolía.
Dicen mientras caminaba, rumbo a su choza, sintió un dolor en la rodilla como si le hubiera picado un animal. Siguió caminando con dificultad, y al llegar a la choza se recostó quedándose dormido. Tuvo un largo sueño. Soñó que entre más soñaba, más se envejecía y más débil se ponía, y que de su cuerpo agónico se proyectaban otros seres. Despertó muy tarde al día siguiente y quiso levantarse, pero el dolor se lo impidió.
Entonces se miró la rodilla y notó que la tenía hinchada y transparente. Le pareció que algo en su interior se movía. Aal acercar más los ojos vio con sorpresa, allá en el fondo, dos seres minúsculos que trabajaban y se puso a observarlos.
Las figuras eran de un hombre y una mujer, cuentan que el hombre templaba un arco y la mujer tejía un chinchorro. Yuche les preguntó:
¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo llegaron ahí?
Los seres levantaron la cabeza, lo miraron, pero no dijeron nada, siguieron trabajando. Al no obtener respuesta, hizo un máximo esfuerzo para ponerse de pié, pero cayo en tierra.
Dicen que se golpeó la rodilla contra el suelo, y fue tan fuerte que salieron de allí los dos pequeños seres que empezaron a crecer mientras él moría.
Los primeros Ticunas se quedaron un tiempo allí, donde tuvieron muchos hijos y más tarde se marcharon, porque querían conocer más tierras. Muchos de los Ticunas existentes hoy en día, han buscado ese lugar pero ninguno lo ha encontrado.
Cuenta la leyenda
Yuche vivía desde siempre, solo en el mundo. En compañía de las perdices, los paujiles, los monos, y los grillos había visto envejecer la tierra. A través de ellos se daba cuenta de que el mundo vivía y de que la vida era tiempo y el tiempo... muerte.
No existía sitio más bello que aquel donde Yuche vivía: era una pequeña choza en un claro de la selva y muy cerca del arroyo enmarcado en arena fina. Todo era tibio allí; ni el calor ni la lluvia entorpecían la placidez de ese lugar.Dicen que nadie ha visto el sitio, pero los Tikunas esperan estar allí algún día.
Una vez Yuche se fue a bañar al arroyo, como de costumbre, llegó a la orilla y se fue introduciéndose en el agua hasta que casi estuvo enteramente sumergido. Al lavarse la cara se inclinó mirándose en el espejo del agua; por primera vez notó que había envejecido.
El verse viejo le entristeció profundamente: - Estoy ya viejo... y sólo. ¡Oh! si muero, la tierra quedará más sola todavía.
Apesadumbrado, despaciosamente emprendió el regreso a su choza. El susurro de la selva y el canto de las aves lo embargaban ahora de infinita melancolía. Yendo en camino sintió un dolor en la rodilla, como si lo hubiera picado algún insecto; no pudo darse cuenta, pero pensó que había podido ser la picadura de una avispa.
Comenzó a sentir que un pesado sopor lo invadía. -Es raro como me siento. Me acostaré tan pronto llegue.
Siguió caminando con dificultad y al llegar a su choza se recostó, quedando dormido. Tuvo un largo sueño. Soñó que mientras más soñaba, más se envejecía y más débil se ponía y que de su cuerpo agónico se proyectaban otros seres.
Despertó muy tarde al otro día. Quiso levantarse, pero el dolor se lo impidió. Entonces se miró la inflamada rodilla y notó que la piel se había vuelto; le pareció que algo en su interior se movía. Al acercar más los ojos vió con sorpresa que, allá en el fondo, dos minúsculos seres trabajaban, se puso a observarlos. Las figurillas eran un hombre y una mujer: El hombre templaba un arco y la mujer un chinchorro. Intrigado, Yuche les preguntó:
- ¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo llegaron ahí? Los seres levantaron la cabeza, lo miraron, pero no respondieron y siguieron trabajando. Al no obtener respuesta, hizo un máximo esfuerzo para ponerse de pie, pero cayó sobre la tierra. Al golpearse, la rodilla se reventó y de ella salieron los pequeños seres que empezaron a crecer rápidamente, mientras él moría. Cuando terminaron de crecer, Yuche murió. Los primeros Tikunas se quedaron por algún tiempo allí, donde tuvieron varios hijos; pero más tarde se marcharon porque querían conocer más tierras y se perdieron. Muchos Tikunas han buscado aquel lugar, pero ninguno lo ha encontrado.