porque ser jover era considerado causa de sospecha para los militares
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La investigación que aquí presento es el resultado –con algunas modificaciones– de mi tesis de doctorado defendida a comienzos de 2014 y que culminé gracias a la obtención de una beca del
CONICET. Los recuerdos de ese tiempo de trabajo se presentan
ante mí como instantáneas. Las discusiones con Gabriela Águila sobre la pertinencia del tema, cuando yo daba por sentado que iba a
ser la directora de este proyecto y ella asumía en forma tácita semejante compromiso (y asumía también que yo era capaz de llevarlo a
buen puerto). Las conversaciones concienzudas y constantes con Elvira Scalona, gran promotora de muchas tesis escritas y defendidas y
la impulsora de varios libros. Las discusiones con Alberto Pla sobre
la docencia, días antes de su muerte, la última vez en que vislumbré
su generosidad puesta en marcha. La reunión con mis compañeros
doctorandos (Luciana, Mariana, Débora, Gisela) en cursos y seminarios y los debates en torno a nuestras propias problemáticas. Mi
decisión de ser madre de Lucas, primero, y de Olivia, después. En
un bar, luego de movilizarnos con varias colegas, cuando Cristina Viano aseveraba algo que muchas compartimos: la constante de
combinar nuestras preocupaciones académicas y políticas (no somos docentes e historiadoras en la torre de cristal). Marchando con
mi hijo en brazos un 24 de marzo. Compartiendo mates mientras
hacíamos el aguante frente a Tribunales, donde se llevaba adelante
la Causa Díaz Bessone; algunos, contando su historia, otros, solo es-
cuchando. Viajando al Archivo Provincial de la Memoria, en Santa
Fe. Esperando a un entrevistado frente a su escuela para recorrerla
juntos. Escuchando a muchos entrevistados. En una jornada, discutiendo algunos pasajes escritos y recibiendo los comentarios de
colegas que generosamente aportaban con sus reflexiones (recuerdo
especialmente a Marina Franco, Luciano Alonso, Daniel Lvovich).
Mudándome de casa, con mis libros y mis papeles bien identificados. Frente a Tribunales, esperando la sentencia. Contenida por
David cuando la tarea me desbordaba. Recitando párrafos a Cecilia
para que opinara al respecto. Otra vez mates, ahora con mi vieja,
que me recordaba que hay cosas más importantes que la escritura de
mis “tantas páginas”. Marchando, otra vez, encontrándome allí con
colegas, amigas, amigos, entrevistadas y entrevistados. Encerrada,
de a ratos, escribiendo…
Un trabajo de investigación se hace con esfuerzo y asumiendo
las propias palabras. Pero no se produce solo con palabras. Tampoco se produce en soledad. Reconocerlo es una forma, humilde, de
agradecer a quienes acompañaron ese camino.
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