porque muchos pueblos del tahuantisuyo apoyaron a los españoles
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1. El indio del pasado
4Esta primera parte empieza subrayando la herencia colonial en la conformación del discurso independentista y posindependentista sobre el indio del pasado. El patriotismo criollo colonial, que se respaldaba en la exaltación del pasado prehispánico como búsqueda de reconocimiento de la Corona frente al menosprecio de los peninsulares, se convierte en una manera de legitimar la emancipación de España e inventar una nueva identidad, lo que corresponde al proceso de «identificación de los antepasados» que caracteriza a todas las construcciones nacionales (Thiesse, 1999: 19).
5Luego de esta introducción general, se estudia la utilización del referente incaico en el Perú del período 1821-1879, a través del análisis de discursos políticos, científicos, y literarios.
6En lo político, se observa que la apelación al pasado inca es una constante de la prensa partidista, no solamente la prensa patriota de los años de la Independencia, como ya lo mencionaron muchos historiadores, sino también en los periódicos de opinión de los años posteriores, al contrario de lo que se suele suponer. En los años 1830-1840, los caudillos de turno utilizaron la referencia al «suelo de los incas» en los conflictos internacionales para exaltar el nacionalismo — mientras que sus mismos enemigos se situaban a veces en el territorio del antiguo Tawantinsuyu— así como también utilizaron la referencia a «las sabias leyes de los incas» en los conflictos nacionales para justificar sus proyectos —fuesen conservadores (Gamarra, Salaverry) o liberales (Orbegoso). A partir de mediados de siglo, la vuelta al hispanismo no impidió que resurgiera con bastante frecuencia la apelación al pasado incaico, en particular durante la guerra contra España en 1865, o en ocasión de cualquier ceremonia nacional.
7Si el partidismo político constituye el primer discurso sobre la nación, poco a poco se mezcla con la prédica de la «civilización». En este marco, se analiza el discurso científico que se desarrolla a partir de los años 1850-1860: la Historiografía con Córdova y Urrutia, Lorente o Rivero; los inicios de la Arqueología con Rivero y Tschudi; la Lingüística con Pacheco Zegarra o Fernández Nodal. Los sabios peruanos se empeñaron en demostrar los aspectos «civilizados» del mundo incaico para poder imaginar un futuro nacional aún más avanzando en la vía del progreso, según la concepción positivista de la historia. Hicieron del pasado prehispánico la base de una nación civilizada a la cual no pertenecían los indígenas de la época republicana (concepción de una «degradación», no necesariamente irremediable).
8Finalmente, se examina el discurso literario, que se aparta del científico precisamente en el siglo XIX. Al no pretender transcribir hechos verdaderos, la literatura puede «inventar» el pasado con más libertad. Desde luego, se presta una particular atención al romanticismo, ya que cultiva, más que otras corrientes literarias, los temas históricos indígenas, sea en poemas (C. Althaus, C. A. Salaverry, C. Carrasco), leyendas (R. Palma en su primera época, A. Márquez, C. Freire de Jaimes, R. Rossel) o dramas (Salaverry). Los temas indígenas confieren un toque de color nacional a los temas universales del romanticismo, constituyen un modo de expresar el patriotismo, y permiten pensar la comunidad que se está construyendo (a través de los amores complejos entre conquistadores e indias, por ejemplo). Sin embargo esta visión nacional del indio no conlleva una visión cercana. Al contrario, se trata de una visión doblemente lejana, por la distancia geográfica (exotismo imitado de los europeos) y la distancia temporal (pasado alejado de los problemas presentes).
Porque muchos pueblos del tahuantisuyo apoyaron a los españoles.
Apoyaron a los españoles en su camino para ingresar y controlar el Cuzco de los Incas. Ademas algunos pueblos indígenas también tenían miedo de perder sus tierras por no ayudar y apoyar a los españoles.