porque muchas personas se dedican al satanismo
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
enseñó las virtudes de las plantas y el viaje de las estrellas, aquella que,
junto al trípode de Delfos brillaba con el dios de la luz y daba los oráculos a un mundo de rodillas... es la misma que, mil años después, es
cazada como un animal salvaje, perseguida en las encrucijadas, execrada, despedazada, lapidada, sentada sobre carbones ardientes.
El clero no encuentra bastantes hogueras, el pueblo bastantes injurias, el niño bastantes piedras para lanzar contra la infortunada. El
poeta, (también niño) le lanza otra piedra, la más cruel para una mujer.
Supone, gratuitamente, que ella es siempre vieja y fea. Ante la palabra
"bruja" surgen las horribles viejas de Macbeth. Pero sus crueles procesos nos enseñan lo contrario. Muchas perecieron, precisamente, por ser
jóvenes y bellas.
La sibila predecía el destino. Y la bruja lo realizaba. Ésta es la
grande, la verdadera diferencia. Ella evoca, conjura, opera sobre el
destino. No es la Casandra antigua, que veía tan bien el porvenir, lo
lamentaba, lo esperaba. La bruja crea este porvenir. Más que Circe,
más que Medea, ella lleva en la mano la varita del milagro natural para
ayudar a la hermana naturaleza. En ella se ven ya los rasgos del moderno Prometeo. En ella comienza la industria, ante todo la industria
soberana que cura, rehace al hombre. A la inversa de la sibila, que
parecía mirar hacia la autora, ella mira hacia el poniente; pero justamente este crepúsculo sombrío da, mucho antes que la aurora (como
sucede en los picos de los Alpes), un alba anticipada del día.
El sacerdote presiente bien que el peligro, la enemiga, la rivalidad temible está en aquella a quien finge despreciar, en la sacerdotisa de la naturaleza. De los antiguos dioses, ella ha concebido dioses.
Frente al Satanás del pasado, se ve que ella da a luz un Satanás del
porvenir.
Durante mil años el único médico del pueblo fue la bruja. Los
emperadores, los reyes, los papas, los más ricos barones tenían algunos
doctores de Salerno, moros o judíos, pero las masas de todo Estado,
podemos decir todo el mundo, no consultaban más que a la Sala, o
comadrona. Si no curaba, la injuriaban y la llamaban bruja. Pero generalmente, por un respeto mezclado de temor, se la nombraba Dama
Explicación: