porque los territorio son contrucciones historica?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Es común considerar a las fronteras interestatales (1) como un fait accompli
«establecido» con independencia de ciertos «incidentes fronterizos» persistentes.
De este modo, la realidad de las fronteras permaneció en gran medida invisible
e inobservada dado el carácter pretendidamente natural del territorio. Sin
embargo, y por lo general, la territorialidad simplifica en exceso a la vez que
distorsiona las realidades sociales al asumir una ecuación simple y directa entre
lo «espacial» y lo «social», cuando, en realidad, la interrelación de ambas es
más compleja. La frontera es inherentemente ambigua, paradójica y contradictoria
por naturaleza. Las fronteras son zonas de producción cultural, espacios, a
la vez, «creadores de significados» y «destructores de significados» (2).
La frontera no es una entidad fija, sino algo que siempre se construye (y
reconstruye) a varios niveles del orden social, históricamente denunciada y renovada
(3). Por eso opinamos que la cuestión de las fronteras debe estudiarse
no solo porque estas delimitan y, por lo tanto, definen las diversas políticas
nacionales y sus correspondientes sociedades, sino porque constituyen un elemento
constitutivo fundamental de nuestro contradictorio orden mundial. Mantienen
su condición de sede y de agentes del orden y desorden dentro de un
paisaje global dinámico. En una era en la que los procesos de la mundialización,
internacionalización y supranacionalismo se nos presentan como una reestructuración
de las relaciones espaciales para crear un mundo sin fronteras o un
«espacio de flujos» (4), puede resultar útil mirar a las fronteras como localizaciones
donde los «espacios de flujos» rozan (¿o colisionan?) con el «espacio de
lugares».
Explicación: