porque los conflictos mundiales han favorecido el desarrollo tecnologico , en las estrategias de guerra
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
porque no es fácil, y menos en un contexto general de crisis económica, establecer una relación causal directa entre desarrollo tecnológico y modernidad. He
aquí otro ejemplo: después de las guerras napoleónicas y bajo la fiebre industrializadora de Europa, pocos intuyeron las implicaciones letales de las nuevas
invenciones (Lawrence, 1999: 12). Gribeauval y la estandarización de las municiones, los experimentos con el submarino de Fulton o el telégrafo condujeron al
refinamiento de los ejércitos occidentales. Centenares de hombres blancos, fusil
al hombro, intentarían adueñarse del mundo con el pretexto de que quedaban
muchos territorios por civilizar. ¿Hasta qué punto la guerra ha propiciado el
desarrollo de la máquina? ¿O ha ocurrido a la inversa? Ese desarrollo no es solo
fruto de un conocimiento científico-técnico, sino que está muy vinculado con
los valores y metas de la sociedad que marcan su paso. Toda nueva tecnología
posee implicaciones morales y políticas desde el mismo inicio de su diseño y exige, dicho sea de paso, un elevadísimo consumo de recursos (en forma de carbón
vegetal, primero; luego, hierro; actualmente, cobalto, titanio o coltán). Pero es
que, además, tampoco resulta nada sencillo calibrar la relación entre tecnología y
superioridad militar: sabemos ya que el pez grande no se come, necesariamente,
al pequeño. Small is beautiful es la consigna de nuestro tiempo (Schoijet, 2008:
16); la ‘gigantomanía’ característica de la Guerra Fría ha concluido, y más bien
parece que es el rápido el que devora al lento. Las guerras asimétricas definen el
inicio del tercer milenio.
Vayamos por partes. Es lícito cuestionar el rol que la ‘necesidad’ ha jugado
como factor explicativo de toda innovación. Ahora bien, se podría confundir esa
‘necesidad’ con un enmascarado ‘deseo’. En cualquier caso, tanto si es por deseo
de conquista y dominación como por necesidad de asegurar un espacio vital,
el resultado es idéntico: la demanda de armas (Ortega, 2014: 3). La minería y
la metalurgia probablemente surgieron para fabricar herramientas agrícolas o
vasijas. Sin embargo, los ejércitos serían quienes más estimulasen su desarrollo
(espadas, armaduras, flechas, etc.). Varios siglos más tarde, la fundición de cañones tuvo un efecto similar sobre las técnicas metalúrgicas. El Renacimiento,
siguiendo con los ejemplos, hubiera sido diferente sin los estudios sobre balística; y las fortificaciones de Vauban o las formas modernas de urbanismo solo
adquieren sentido a raíz de la generalización de las armas de fuego. Las políticas
de defensa han incidido, en síntesis, de modo muy significativo en el despegue de
las políticas de ciencia y tecnología. Se justifican a menudo, eso sí, bajo el escudo
conceptual de ‘la tecnología de doble uso’.
Explicación: