porque la religión no hace parte de la ciencias?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Se han realizado últimamente varios esfuerzos por mostrar a la religión, y más precisamente al cristianismo, como complemento de la ciencia, como un compañero y, en algunos casos, como si estuviesen unidos cariñosamente en la búsqueda de objetivos comunes. Congresos universitarios, artículos de divulgación, columnas de opinión, entre otras, presentan estas ideas que buscan diligentemente acabar con el “cliché cientificista”, que afirma que ciencia y religión son contradictorias.
Pero, ¿en realidad esto es un cliché? ¿Afirmar que no se complementan muestra un “fanatismo científico” de quienes han convertido la ciencia en religión? ¿Realmente estas dos se complementan?
No. A riesgo de salir un momento de la corrección política, pienso que no son compatibles. Hacer esa afirmación no nos convierte en “fundamentalistas” de la ciencia, ni caemos en un lugar común, porque en realidad lo popular hoy es darle el mismo estatus de la ciencia a la fe religiosa, para no caer en el “irrespeto” hacia los sentimientos del otro, ni ser tomados por arrogantes. Pero no, no es por arrogancia, ni se trata de herir sentimientos, sino porque muchos tenemos la convicción de que cuestionar, y más aún, cuestionar lo sagrado, la autoridad o lo popular, es menester de una sociedad crítica que busque objetivamente la verdad.
Pues bien, empecemos explicando por qué se llega a la conclusión de que la religión es incluso hostil hacia el método científico.
En primer lugar, la historia nos muestra cómo el cristianismo ha acumulado un poder enorme durante alrededor de 18 siglos. Después de la caída del Imperio Romano, la iglesia llegó a influir o, más bien, regir en los aspectos políticos, sociales, económicos y culturales de las naciones de Occidente. Gobernantes de todo un hemisferio eran manejados por una especie de emperador divino, quien guiado por la fe y los dogmas propios de su religión, buscaba que cada alma de sus territorios gobernados fuese salvada del infierno, adhiriéndola desde infante a la única y verdadera creencia.
Pero, ¿qué sucedía si alguna de estas almas cuestionaba a la autoridad sagrada? ¿Qué podía pasar si un grupo de personas consideraba mejor otro concepto de dios y religión? ¿O qué le esperaba a alguien que quisiera buscar conocimiento más allá del revelado por Dios a través de sus representantes en la Tierra? Pues bien, para encontrar respuestas a estas interrogantes podríamos preguntarle al pueblo judío, teniendo en cuenta que hasta 1964 la doctrina de la iglesia incluía cánones antijudíos; o podríamos tener en cuenta la conversión forzada de pueblos indígenas, en especial en Centro y Suramérica; podríamos también preguntar a los homosexuales, quienes son tratados como criminales subhumanos en las llamadas sagradas escrituras (Levítico 20:13) y hoy se sugiere enviarlos al psiquiatra, como expresó recientemente el papa Francisco. También podríamos obtener respuestas de Giordano Bruno, quemado en la hoguera por imaginar algo distinto del universo a lo establecido por la religión; o Galileo, quien fue obligado, bajo amenaza de muerte, a negar lo que por observación concluyó de los astros; también Miguel Servet, quien perdió la vida, no solamente por contradecir a la iglesia católica, sino también a su disidencia religiosa luterana, al afirmar que la sangre circula por el cuerpo. Como estos, muchos otros casos de censura y tortura institucionalizada y legalizada en contra de personas que cuestionaban o pensaban diferente, y que hicieron su aporte para descubrir cómo funciona la naturaleza y el universo.
Ahora bien, recordemos que el dios de la religión cristiana no ve con buenos ojos cosas tan fundamentales para la ciencia como el cuestionamiento, la duda y la búsqueda de conocimiento más allá del revelado por esta deidad. Adán y Eva, castigados por comer del fruto del árbol del conocimiento, son el primer gran ejemplo de esto. En el libro fundamento de la religión cristiana, la Biblia, vemos una y otra vez el mandato de temer a Dios; la curiosidad y la duda son inconvenientes, pues llevan a la incredulidad, lo que a su vez conduciría al mismísimo infierno; en palabras del papa Francisco: “el espíritu de la curiosidad no es un buen espíritu: es el espíritu de la dispersión, de alejarse de Dios, de hablar demasiado”.
También se puede observar esa repulsión por el razonamiento crítico en epístolas como la de Santiago a las doce tribus, diciendo: “Pero que se pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento”.
En el evangelio según Juan, Jesús califica a los incrédulos como hijos del diablo; sin embargo, en este mismo evangelio él llama dichosos a los que “creen sin haber visto”. En otras partes se califica a los incrédulos y dudosos como necios, incluso en el antiguo testamento hay penas capitales para estos.
Explicación:
Respuesta:
Por qué las ciencias utilizan las observaciones y los experimentos y la reflexión racional sobre datos empíricos. Las religiones aceptan la validez de ese procedimiento, pero sostienen que existen otros métodos también fiables, como la intuición, la revelación o la interpretación de los textos sagrados
espero y te sirva <3