Porque hay que hacerse discípulo de Jesús para poder conocer su proyecto de vida?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Un discípulo es alguien que ha sido bautizado y está dispuesto a tomar sobre sí el nombre del Salvador y seguirle. Un discípulo aspira a llegar a ser como Él, guardando Sus mandamientos en la vida terrenal, tal como un, o una, aprendiz procura llegar a ser como su maestro. Muchas personas escuchan la palabra discípulo y piensan que solo significa un «seguidor». Mas el auténtico discipulado es una condición o un estado del ser.
Los discípulos viven de tal manera que las características de Cristo están entretejidas en las fibras de su ser, como en un tapiz espiritual. Escuchen la invitación que hace el apóstol Pedro para llegar a ser un discípulo del Salvador. Como pueden ver, se requiere más de un hilo para tejer el tapiz espiritual del discipulado personal. En los días del Salvador, había muchos que afirmaban ser justos en algún que otro aspecto de sus vidas.
Por ejemplo, ellos guardaban el mandamiento de abstenerse de trabajar en el día de reposo, sin embargo, criticaban al Salvador por sanar en ese día santo2.
«Los atributos del Salvador, tal como los percibimos nosotros, no constituyen un guión que hay que seguir ni una lista de puntos que cumplir. Son características entrelazadas, que se integran una a la otra, y que se desarrollan en nosotros en forma interrelacionada. En otras palabras, no podemos adquirir una característica de Cristo sin obtener otras a su vez, o sin que influya en las otras también. A medida que una característica se hace fuerte, también se fortalecen muchas otras.
De 2 Pedro y de la sección 4 de Doctrina y Convenios, aprendemos que la fe en el Señor Jesucristo es la base. Por eso, Pedro explica que hay que »añadir a vuestra fe virtud«. Esa virtud es más que pureza sexual. La virtud es también un poder.
Personificamos a Cristo no solo en lo que decimos y hacemos, sino también en lo que somos. Este conocimiento es el testimonio personal, producto de la experiencia personal. Es el conocimiento que nos transforma, de modo que nuestra »luz se allega a luz« y nuestra »virtud ama virtud«12. Como discípulos templados, vivimos el Evangelio de un modo equilibrado y constante.
Día tras día seguimos avanzando sin inmutarnos ante los desafíos de la vida terrenal. Al ser templados de este modo, desarrollamos paciencia y confianza en el Señor. Con Su plan y Sus propósitos en nuestro corazón, seguimos avanzando, no solo sobrellevando todas las cosas, sino también sobrellevándolas bien y con paciencia16. Pedro enseña que esta paciencia nos conduce a la piedad.
En el paso de la templanza a la paciencia y de la paciencia a la piedad, nuestras naturalezas cambian. Ganamos el afecto fraternal que es un sello distintivo de todos los verdaderos discípulos. Testifico que los esfuerzos que hagamos para llegar a ser discípulos de nuestro Salvador ciertamente se van acumulando hasta que llegamos a »poseer« Su amor21. » «Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo caridad, nada soy»22.
Por medio de nuestro discipulado individual, nosotros, los Santos de los Últimos Días, conformamos colectivamente una fuerza que puede bendecir a nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo. Ahora es el momento para renovar nuestro compromiso de ser Sus discípulos con toda diligencia. Hermanos y hermanas, todos somos llamados a ser discípulos de nuestro Salvador. Que esta conferencia sea su oportunidad para « , como en los días antiguos, y al Señor con todo corazón»25.
Que Él nos bendiga en nuestro propósito eterno de llegar a ser discípulos devotos y valientes. En el nombre de Jesucristo.
Explicación: El proyecto de vida
¿CÓMO PUEDO DESCUBRIR ESTE PROYECTO?
La Biblia nos invita no solamente a descubrir a Cristo, sino que al mismo tiempo nos invita a conformar nuestra persona a la Persona de Jesús y desde esta perspectiva, nosotros descubrimos que cada uno, al ser proyecto personal de Dios, nos encontramos unidos en una relación estrecha que se fundamenta en el mismo Dios en quien encontramos la razón de nuestras vidas. Si yo no asumo este Proyecto de Dios, también es cierto que muchas cosas no sucederán.
EL SILENCIO, PARTE DE ESTE PROYECTO
Cuando hablamos de que Dios nos habla, asumimos que para que exista un diálogo liberador, es necesaria, de parte nuestra, la escucha. Esta enfermedad moderna no nos deja muchas veces escuchar a Dios atentamente en el silencio, sino que nos lleva a la búsqueda de soluciones rápidas, de respuestas rápidas que no se conforman a la Voluntad de Dios. El Proyecto de Dios requiere que nos pongamos con un corazón escuchante, y entonces como Salomón, podamos discernir entre lo bueno y lo malo. Y requiere también paciencia para saber esperar el momento adecuado para escuchar a Dios.