Porque fueron necesarias las guerras en las primeras civilizaciones?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Las guerras prehistóricas o guerras primitivas son las guerras propias de la Prehistoria o de sociedades primitivas de cualquier época, incluso en la actualidad. Con la aparición de la escritura y las grandes entidades socio-políticas (Estados), a partir de la Edad del Bronce y de las consideradas como primeras civilizaciones (Sumeria, Antiguo Egipto, India y China antiguas, civilizaciones precolombinas) se habla ya de "guerras históricas", no solamente porque pueden estudiarse mediante fuentes escritas, sino porque se libran entre ejércitos propiamente dichos (guerra antigua, Edad Antigua) y en sociedades caracterizadas por la existencia de una élite militar dominante, ausente de las sociedades primitivas.El momento en el que puedan datarse los primeros enfrentamientos bélicos entre sociedades humanas es una materia de debate propia de la antropología y la historiografía.[1] La respuesta a esta cuestión depende no sólo de la definición misma del concepto de "guerra", sino del entendimiento de qué papel desempeña la violencia y el conflicto grupal en la naturaleza y la cultura humanas. Para algunas interpretaciones, la guerra no apareció hasta fechas protohistóricas, a partir del 4.000 a. C., cuando se habría originado de forma independiente en distintas partes del mundo.[2] Otras localizan la "caza de cabezas" y otras prácticas de lucha endémica en las sociedades agrarias que se disputan la tierra aprovechable, excluyéndolas de las cazadoras-recolectoras.[3] Para otras, la suposición de un pasado pacífico para la humanidad es una idealización mitificadora (el "buen salvaje"),[4] mientras que la observación del comportamiento de monos antropomorfos como los chimpancés permite deducir que los conflictos bélicos han estado presentes desde el origen del Homo sapiens.[5]
Para la formación de imperios, luego desagregados en las naciones, esto se debió a las diferencias de ideologías políticas, religiosas, etc. para dar lugar a una única o poderosa forma de pensamiento, lo cuál nunca se dió porque el mundo siempre se ha caracterizado por ser diverso.