porque es importante la unidad montañosa
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Se calcula que la décima parte de la humanidad recibe su sustento directamente de las montañas. Pero las montañas son importantes no sólo para quienes las habitan, sino para millones de personas que viven en tierras bajas. A escala mundial, el mayor valor de las montañas puede consistir en ser fuentes de todos los grandes ríos del mundo y de muchos menores (Programa de las zonas montañosas, 1998). Las montañas desempeñan un papel esencial en el ciclo del agua al captar la humedad de las masas de aire; cuando el agua se precipita en forma de nieve, se almacena hasta que se funde en primavera y verano, lo que es esencial para las poblaciones, los cultivos y las industrias más abajo, a menudo durante el periodo de menor pluviosidad. En las regiones áridas y semiáridas, más del 90 por ciento de los caudales fluviales vienen de las montañas. Incluso en la Europa templada, los Alpes, que ocupan sólo el 11 por ciento de la superficie de la cuenca hidrográfica del Rin, aportan el 31 por ciento de su caudal anual, y en verano más del 50 por ciento.
El agua de las montañas sirve también para generar energía hidroeléctrica, la mayor parte de la cual se utiliza en los valles. Los molinos de agua tienen una larga historia como generadores de energía en las regiones montañosas, principalmente para moler el grano. En el Nepal se calcula que hay 25 000 molinos de agua y más de 900 microturbinas hidráulicas - de tecnología más reciente - que son una fuente esencial de energía, sobre todo para la elaboración de productos agrícolas (Schweizer y Preiser, 1997). Esta energía local renovable es decisiva para el desarrollo económico en zonas que se encuentran muy alejadas de las redes de distribución de los combustibles fósiles consumidos por la mayoría de las poblaciones urbanas. En los países en desarrollo, la leña es la primera fuente de energía en los poblados de montaña, pero también es esencial - como tal leña o como carbón vegetal - para muchos habitantes de centros urbanos en los valles y las llanuras. Por ejemplo, todo visitante de Marrakech puede observar las grandes pilas de leña amontonadas junto a los hornos comunales, a los que cada familia lleva a cocer su pan cotidiano; la leña procede de los bosques de las montañas del Atlas.