¿porque el rey Carlos III se convirtió en la figura más representativa a mediados del siglo XVIII?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El monarca adoquinó las calles y creó una red de alumbrado, alcantarillado y recogida de basuras. La Cibeles, Neptuno, la Puerta de Alcalá, el Botánico se levantaron gracias a él. Cuando Carlos III llegó a Madrid, a mediados del siglo XVIII, se topó con una ciudad de aspecto miserable
Respuesta:
Cuando Carlos III llegó a Madrid, a mediados del siglo XVIII, se topó con una ciudad de aspecto miserable. La limpieza pública era tan escasa que el propio Fernán Núñez, el biógrafo del Rey, no dudó en calificar a la capital de «pocilga». Barro, basura y excrementos componían una lamentable y maloliente imagen de la cabeza del Estado.
Ante esta situación, la necesidad de emprender una reforma profunda era evidente e imperiosa. Por eso, Carlos III se propuso encabezar una transformación de la villa y Corte. Para llevarla a cabo contó con el asesoramiento de su «mano derecha», Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache, que junto al marqués de la Ensenada, inició cambios encaminados a la modernización del país.
Así, en Madrid se inició un ambicioso plan de ensanche en el que se proyectaron grandes avenidas, plazas con monumentos como Cibeles y Neptuno; se construyó el Jardín Botánico, el Hospital San Carlos (sobre el que hoy se levanta el Museo Reina Sofía) y el edificio del Museo del Prado (que iba a ser destinado al museo de Historia Militar) y el palacio del Buen Retiro. También se intervino para establecer un servicio de alumbrado público y de recogida de basuras, se adoquinaron las calzadas y se excavó una red de alcantarillado para recoger el agua de la lluvia. [Consulta el legado de Carlos III en Madrid en 10 pasos]
La principal labor constructora de Carlos III en Madrid perseguía un afán propagandístico. Todos los edificios se levantaron en puntos clave de la capital. Además, se engalanaron las principales puertas de entrada a la ciudad. La más célebre es la Puerta de Alcalá, aunque también le acompañan otras como la Puerta de Toledo o la desaparecida de San Vicente. El Rey consideró que esta era la mejor carta de presentación para los visitantes de la ciudad.