?Porque después de 1940 los problemas con Los Campesinos continuaban?
Respuestas a la pregunta
islada de la palestra política nacional", y tercera, que a la contrarreforma le llevó algún tiempo desarrollarse. No fue sino hasta 1948 que un acuerdo presidencial permitió la coexistencia de ejidos individuales y colectivos, de modo que los segundos pudieron entonces pedir legalmente la división de los ejidos colectivos6.
Respuesta:
RESUMEN
En este artículo se argumenta que el "fracaso" de la colectivización ejidal en el Valle del Yaqui no se debió fundamentalmente al giro conservador gubernamental posterior a 1940, sino a que ese giro se combinó con acciones y procesos desencadenados por los actores locales. Los agraristas del valle, a la vez que se comprometieron con el discurso colectivista, aprovecharon la oportunidad de convertirse en una fuerza política; sin embargo, en el juego político dependieron de aliados y enemigos que se movían en lógicas que escapaban de su control. Además, menospreciaron la fuerza simbólica que la idea de la propiedad privada tenía en Sonora, de modo que desde el principio su proyecto tuvo una fuerte oposición campesina en el mismo Valle del Yaqui.
Palabras clave Valle del Yaqui; Historia de Sonora; Reforma agraria; Ejidos colectivos; Movimientos sociales
INTRODUCCIÓN
El 31 de octubre de 1937 el presidente Lázaro Cárdenas llegó a Cajeme, Sonora, para entregar los papeles que acreditaban a 2,159 ejidatarios como propietarios de 17,417 hectáreas de riego y 36,099 de temporal en el Valle del Yaqui. Tal acción era parte de la ofensiva reformista emprendida para transformar la estructura de la propiedad agraria en México y, en particular, era la continuación de un proyecto de colectivización agrícola que había comenzado el año anterior en La Laguna. Mediante este, se entregaban importantes zonas de agricultura comercial a los miembros de una nueva institución campesina: el ejido colectivo. A diferencia del reparto agrario anterior, los campesinos se beneficiaban de tierras fértiles e irrigadas en las que se producía trigo, arroz o algodón destinados no solo al mercado nacional sino incluso al extranjero. Los campesinos beneficiados, según el relato dominante y convencional de los hechos, eran ante todo peones que trabajaban en haciendas o empresas de esas regiones, que se habían organizado en sindicatos "y habían desarrollado una fuerte conciencia política y de responsabilidad social". De hecho, su presión habría sido "la principal responsable de que se realizara la dotación de tierras en sus respectivas zonas"1.
Desde entonces la experiencia de los ejidos colectivos ha sido discutida intensamente, ante todo en términos de su desempeño y significado económico-social. Defensores y enemigos, sin embargo, no han llegado a un consenso al respecto. Para los primeros habría representado la culminación de la revolución mexicana y para los segundos un paso más en la sujeción de los campesinos a un nuevo patrón: el Estado. Además, aunque parece claro que al principio tuvieron un comportamiento exitoso, con el tiempo se volvieron ineficientes, costosos e impopulares. En los años cincuenta su número se había reducido enormemente, ya que muchos miembros habían decidido regresar a un régimen de usufructo individual de sus ejidos2.
Lo que me interesa destacar es la explicación que se ha dado a ese fracaso de la experiencia de colectivización en el campo mexicano. En su estudio clásico, Salomon Eckstein sugería que el factor principal había sido el cambio de actitud del poder público hacia tal experimento a partir de 1940, cuando Cárdenas terminó su periodo presidencial y Manuel Ávila Camacho reorientó la reforma agraria hacia el apoyo a la pequeña propiedad como eje de la economía agrícola, así como al usufructo individual de las parcelas ejidales. Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines simplemente habrían continuado por ese rumbo, agregando una fuerte inversión en infraestructura, particularmente en riego. "En las siguientes dos décadas, estas sociedades fueron prácticamente abandonadas por las autoridades, si no es que abiertamente reprobadas; resultaron incapaces de prosperar por sí mismas, mucho menos de resistir los antagonismos políticos vigentes."3
Ciertamente, Eckstein señaló algunos fenómenos negativos dentro de la nueva institución, como la discordia interna y la corrupción, pero su impresión era que "el elemento externo se anticipó en el tiempo y predominó en intensidad. Todos estos desarrollos negativos fueron estimulados y reforzados por un cambio gradual en la política oficial"4. En el caso del Valle del Yaqui, hacía el siguiente balance:
Explicación:
espero que te sirviera