¿porque cuando una persona se enoja su personalidad se vuelve la opuesta?
Respuestas a la pregunta
El terapeuta cognitivo conductual debe adoptar una postura racional, equilibrada y no juzgar al paciente. En casos como el narrado, uno puede sentirse rápida y fácilmente tentado de dar una “opinión” sobre lo que el paciente nos cuenta; vale decir, ofrecerle al paciente simple y llanamente nuestro punto de vista sobre el tema, sin hacer uso de los conocimientos de psicología que tenemos ni practicar la empatía con el mismo. Ello constituiría un error. Cuando estamos en el rol de psicólogos, frente a un paciente, “siempre somos el psicólogo”, valga la redundancia, no debemos abandonar nuestra investidura profesional. Con lo cual, deberíamos tomar lo que este paciente nos cuenta como una instancia para ayudarlo a mejorar el manejo de sus relaciones interpersonales. Entre otras cosas, la psicoeducación es una gran herramienta que permite al paciente disponer de información científica para que tome mejor sus decisiones como, por ejemplo, esta que el paciente nos consulta. ¿Qué hacer con su amigo?
expresiones faciales groseras y sutiles, tonos de voz, posturas corporales, la ropa que usamos y hasta el olor que emanamos forman parte de la comunicación humana
Nuestro cerebro produce las emociones negativas con un conjunto de núcleos y circuitos que, sin entrar en complejidades, se denomina sistema límbico. No podemos ni queremos en este artículo tocar detalles finos de las neurociencias de las emociones, así que sólo nos referimos con la mayor simpleza posible a los aspectos relevantes para nuestra discusión. Parte integrante y crítica de este sistema es un núcleo denominado amígdala, encargada de dar un disparo defensivo rápido ante los peligros. El procesamiento de información llevado a cabo por la amígdala es rudimentario, básico, inmediato y, en muchos casos, sin consciencia, especialmente al inicio del proceso emocional. Vale decir que, ante alguna señal de peligro o amenaza, la amígdala inicia una reacción defensiva de tipo primitivo (escapar o agredir), la cual típicamente se arranca con poca o ninguna consciencia y voluntad. Normalmente, nos vamos tornando conscientes de la reacción cuando esta ya está en marcha y ya ha alcanzado cierta intensidad pero, a veces, ya cuando es demasiado tarde.
En condiciones normales, gracias al aprendizaje, la educación y la cultura, hemos logrado “domesticar” la reacción emocional primitiva que nos haría gritar, insultar o incluso agredir físicamente cuando nos sentimos atacados o, simplemente, cuando nos frustramos. Acá hay un punto importante al cual retornaremos: la frustración es fuente de enojo. Pero volvamos al control de la reacción emocional exagerada. La parte más evolucionada de nuestro cerebro, la corteza prefrontal, tiene fuertes y múltiples conexiones con la amígdala; digamos que hay circuitos que comunican ambas zonas en las dos direcciones, la información viaja de uno a otro sitio constantemente. Una de esas vías sale de la corteza frontal e inhib