Ciencias Sociales, pregunta formulada por rivadeneyraaguindar2, hace 23 días

¿porque cree que nuestra sociedad no permite que los niños y niñas que han llegado a la pubertad tengan "novio"​

Respuestas a la pregunta

Contestado por aliaswacho777
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Respuesta:

por las hormonas de los jóvenes se desarrollan en la etapa de la pubertad y comienzan a tener el deseo de reproducirse y provocaría el aborto de muchas jóvenes por el aborto inreponsable

Explicación:

de nada

Contestado por Felix3542
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¿porque cree que nuestra sociedad no permite que los niños y niñas que han llegado a la pubertad tengan "novio"​

Sabemos poco acerca de la dinámica de las relaciones de noviazgo entre adolescentes; pero lo que sí sabemos es que lo que ocurre en la adolescencia, incluyendo la violencia de pareja, puede tener consecuencias devastadoras en sus vidas ahora y en el futuro.

Quienes sufren violencia de pareja durante la adolescencia son más propensos a tener peor desempeño escolar, reportar abuso de alcohol, problemas de salud mental y comportamientos sexuales de riesgo. También es más probable que sean víctimas o perpetradores de violencia de pareja en sus relaciones en la adultez, lo que en nuestra región, afecta a una de cada tres mujeres entre 15 y 49 años alguna vez casada o en unión. Para detener la transmisión intergeneracional de la violencia y fomentar relaciones sanas y no violentas durante la adolescencia debemos comprender mejor  por qué ocurre la violencia en esta etapa.

¿Cuáles son los factores de riesgo de la violencia de pareja durante la adolescencia?

Un estudio reciente desarrollado por Promundo y el BID en zonas rurales y urbanas en Brasil y Honduras arroja luz al respecto. La investigación resalta que tanto varones como mujeres sufren violencia psicológica, física y sexual y esto es común en sus relaciones. Sin embargo, las mujeres sufren más violencia física y sexual por parte de sus parejas.

Es alarmante constatar que, si bien los adolescentes tienden a reconocer en qué consiste la violencia física, no identifican otras formas de violencia, comúnmente normalizan el sexo no consensuado y los comportamientos controladores. Estos últimos son generalizados, a menudo recíprocos y a veces percibidos como una forma de cuidado. Muchas de las adolescentes consultadas consideran normal que su pareja supervise su vestimenta y determine con quién pueden comunicarse por sus celulares y redes sociales. También describen sus mejores relaciones como aquellas donde “las relaciones sexuales no son forzadas“. Mientras, los varones tienden a presionar a su pareja para tener relaciones sexuales hasta doblegar su voluntad. Un joven de 16 años en Intibucá, Honduras, al preguntarle si alguna vez había forzado a su pareja a tener relaciones afirmó: “Bueno, sí, como estaba asustada, ella no quería, pero uno tiene la obligación de demandarlo”.

Las normas sociales también desalientan a terceros a intervenir cuando una pareja está viviendo situaciones de excesivo control o violencia, lo que contribuye a que la pareja no busque ayuda y a su aislamiento de sus redes de apoyo. Otros factores de riesgo identificados son el acceso limitado a servicios de salud sexual y reproductiva, relaciones de poder desiguales en la pareja, aislamiento social, ausencia de familiares o cuidadores a quién acudir y haber sufrido violencia en la infancia.

En este contexto, es desconcertante conocer a través de la investigación que mientras la mayoría de los adolescentes aspira a tener relaciones basadas en la confianza, el respeto y el amor, no tienen orientación alguna para lograrlo. Escasean las oportunidades de aprender y reflexionar críticamente sobre sus derechos sexuales y reproductivos, la igualdad de género, habilidades de comunicación interpersonal, y autoeficacia, lo que los ayudaría a reconocer sus propias preferencias y deseos, y comunicarlos a sus parejas de manera asertiva y sin agresión. Tampoco reciben educación integral en sexualidad para poder navegar sus primeras relaciones de forma consensuada, segura y sin coerción.

¿Qué podemos hacer?

Resaltamos a continuación algunas de las líneas de acción recomendadas en el estudio:

Las estrategias de intervención deben comenzar temprano (a partir de los 10 años) antes de que se desarrollen las primeras relaciones. Estas iniciativas deben estar orientadas a ofrecer espacios donde los adolescentes puedan reflexionar en qué consiste una relación saludable, el uso del poder en las relaciones y la igualdad de género, aprender a comunicarse asertivamente, solucionar sus conflictos sin agresión, reconocer los signos de una relación controladora o violenta y saber cómo actuar y a quién recurrir para pedir ayuda si eso ocurre.

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