Geografía, pregunta formulada por julianamejiaieldorad, hace 16 horas

porqe quiero ser ambientalista ​

Respuestas a la pregunta

Contestado por valentinamedellin038
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No se
Pero tampoco entiendo tu pregunta
Contestado por loydamalagon
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Respuesta: Aqui esta la respuesta

El ser humano, aunque a menudo se nos olvide, es y forma parte de la naturaleza. Estar en contacto y en sintonía con el medioambiente nos genera toda una serie de beneficios, tanto físicos como emocionales. Por ello de algún modo al cuidar el entorno natural también lo estamos haciendo a nosotros mismos. Prestar atención al paisaje hace que tengamos un mayor contacto con la naturaleza, y la falta de este pacto con nuestra esencia vital puede facilitar que desarrollemos carencias a nivel emocional. Aunque suene raro, podríamos estar hablando del llamado “trastorno por déficit de Naturaleza”.

Se ha venido demostrando que los niños que se crían en zonas rurales, con una mayor presencia de lo natural y, por tanto, más conscientes del cuidado de lo que les rodea, presentan una mayor concentración y autodisciplina, son más imaginativos, tienen más facilidad para divertirse y colaborar en grupo, son más observadores, muestran más capacidad de razonamiento y son más serenos, independientes y desarrollan menos miedos e inseguridades.

Las personas que pasan más tiempo en contacto con la naturaleza tienden a experimentar emociones más positivas, albergan más vitalidad, felicidad y manifiestan una armónica satisfacción con la vida

Los investigadores José Antonio Corraliza y Silvia Collado, de la Universidad Autónoma de Madrid, concluyeron que “aquellos niños que disfrutan de un mayor contacto con el medio natural son capaces de afrontar mejor algunas situaciones adversas a las que son expuestos habitualmente, y además sufren menos estrés del que cabría esperar si no contasen con este factor protector que es la naturaleza”.

Detrás de estas conclusiones puede haber lógicamente razones biológicas, pues aunque el ser humano se haya adaptado al modo de vida urbano, el cerebro sabe que no es su medio natural, y todavía añora estímulos primitivos más conectados con la madre Tierra. No olvidemos que durante milenios la especie humana desarrolló en la misma naturaleza las estrategias de adaptación más exitosas para su supervivencia, y allí es donde debería regresar para restaurar los valores perdidos o simplemente desubicados por los tiempos actuales.

La naturaleza ofrece una cantidad tan elevada de incentivos, que la relación con ella provoca un estímulo directo en las neuronas, en las emociones y supone una experiencia que genera un inmediato bienestar. El sencillo pero maravilloso hecho de oler intensamente una flor, contemplar la amplitud del campo, un atardecer en el mar o escuchar el canto de un pájaro provoca en el ser humano sentimientos positivos, y estos se almacenan fácilmente en la memoria, a la cual podremos recurrir cuando necesitemos sentirnos bien. Y no se equivoquen: desde la ciencia sabemos que es más rentable invertir en experiencias que en objetos materiales. El valor de lo vivido perdura en nuestro recuerdo, en el tiempo; por el contrario, las adquisiciones físicas y palpables pierden valor desde el momento que las recibimos.

También, el contacto con la naturaleza mejora la tolerancia a la frustración, algo que los psicólogos consideramos esencial para nuestro bienestar emocional. Los campesinos saben bien que no se puede luchar contra los elementos: si llueve, te mojas; si hay que subir por un sendero pedregoso, no puedes evitarlo; es mejor no coger atajos, porque quizá te pierdas… El hecho de aceptar las incomodidades del clima y del terreno son situaciones extrapolables a los retos de la vida diaria, en toda clase de situaciones. Uno tropieza, se moja, se cae, se mantiene erguido frente al viento. No podemos controlar ciertas circunstancias, pero sí manejar nuestra actitud frente a ellas.

Sentirnos más agradecidos es otro de los beneficios que encontramos al entrar en contacto con el medioambiente, y los estudios demuestran que el corazón de las personas agradecidas late mejor, pues ese estado libera endorfinas que regulan la presión sanguínea. Está más que comprobado que valorar y reconocer lo positivo hace que tu cerebro se oriente hacia las cosas buenas y los detalles agradables, convirtiéndote así en un detector y potenciador de momentos de bienestar.

Pero no todo es psicología. La ciencia constata que en los espacios naturales se generan iones negativos que mejoran el estado de ánimo; por ello dar un paseo por el campo ayuda a descargar el malestar y llenarnos de energía saludable y equilibrada. Numerosos estudios han relacionado la exposición a la naturaleza con el incremento de la vitalidad y una mayor sensación de felicidad. Por ejemplo, las personas que participan en excursiones al campo declaran sentirse más vivas, y que el solo recuerdo de esas experiencias al aire libre las hace sentirse más alegres. Así que, de paso, regulamos las emociones negativas. Nada como un paseo entre árboles para calmar la agresividad o reducir el enfado.

Espero haberte ayudado.

Coronita plis.

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