porfirio fiaz heroe o villano? con 2 argumentos largos xfa
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RESUMEN
A lo largo de la vida pública de Porfirio Díaz, y especialmente durante el régimen que encabezó en su calidad de presidente de la República, se produjeron diversos periódicos satíricos e ilustrados, entre ellos los que incluían el uso de la caricatura como parte de su estrategia de apoyo o de crítica. En esos periódicos, para exaltarla o denotarla, según fueran producidos por correligionarios o por opositores, la imagen del militar fue dibujada de manera reiterada presentando visiones contrastantes sobre el personaje. Acercarnos a esas representaciones posibilita entender la forma en que sus contemporáneos percibieron a Díaz o trataron de que fuera percibido. En ese contexto, las caricaturas nos permiten analizar las visiones dicotómicas que sobre el personaje se construyeron durante su propia época y entender algunas que permearon la discusión historiográfica, la del momento y la posterior.
Palabras clave: Porfirio Díaz; caricatura política; siglos XIX y XX
La caricatura política constituye una vía de acceso al conocimiento histórico en tanto se ocupa de los temas candentes y personajes relevantes del momento en que fue generada. Pero la caricatura no es ni la crónica dae los hechos ni un testimonio de los mismos.1 Constituye la expresión y la opinión de un individuo y de un grupo, y es siempre, por tanto, una visión sesgada y cargada de intencionalidad política. Cuando estudiamos historia a partir de este tipo de documentos, debemos tener presente, muy presente, que comunican una opinión, y que ésta es parcial.2 Su perspectiva refleja el sentir de pequeños o amplios núcleos, según sea el caso, pero de ninguna manera representa el de la sociedad, sino el de una parte de ella, y tiene una pretensión básica: busca incidir en el ánimo de los receptores y moldear su percepción.
No es la caricatura, por tanto, testimonio de la realidad, sino una construcción de esa realidad. Lo que expresa debe ser leído en esos términos. Si bien las imágenes atienden asuntos o temas que están en el ambiente y toman elementos de los sucesos y acontecimientos cotidianos para elaborar sus críticas, también subliman, exageran, deforman, adecúan el tratamiento a conveniencia de quienes las producen. En tal sentido, las caricaturas políticas son vehículos de representación y, sobre todo, instrumentos para actuar sobre la sociedad y condicionar las percepciones individuales y colectivas.3
A lo largo de la vida pública de Porfirio Díaz, y en especial durante el régimen que encabezó en su calidad de presidente de la República, se produjeron diversos periódicos satíricos e ilustrados, entre ellos algunos que incluían el uso de la caricatura como parte de su estrategia de apoyo o de crítica. El propósito de este trabajo es acercarnos a esos impresos para descubrir cómo, para exaltarla o denostarla, según fueran producidos por correligionarios o por opositores, la imagen del militar fue dibujada de manera reiterada presentando visiones contrastantes sobre el mismo. El análisis de esas representaciones posibilita entender la forma en que sus contemporáneos percibieron a Díaz o, para ser más precisos, la manera en que trataron que fuera percibido. En ese contexto, las caricaturas nos permiten desentrañar las visiones dicotómicas que sobre el personaje se construyeron durante su propia época, y entender el nacimiento de algunas que permearon la discusión historiográfica, la del momento y la posterior.4
Explicación:
Hola espero que te sirva :)
Respuesta:
Pocas figuras en la historia de México, e incluso en la de América Latina, son tan conocidas como Porfirio Díaz. Hasta muy recientemente, pocas han sido más incomprendidas o difamadas. La explicación básica para tantas distorsiones se revela al investigar los vigorosos mitos que se han creado en torno a la figura de Díaz. Todos los mitos, creados durante y después de la vida de Don Porfirio, tuvieron un origen y un claro fin político, pero cada uno se fortaleció con base en una corriente historiográfica poderosa, pero últimamente distorsionada. Por lo tanto, para empezar a acercarse con más imparcialidad a la vida de un personaje tan importante, y tan polémico, es imprescindible entender cómo la imagen de Díaz ha sido creada y denigrada y, sobre todo, cómo ha sido objeto de apropiación a lo largo del último siglo. De hecho, las diferentes representaciones del régimen porfirista pueden verse como un claro ejemplo de los cambios tanto de la moda historiográfica como de la política nacional a lo largo del siglo XX. Estas interpretaciones contradictorias entre sí han dificultado, si no imposibilitado, la realización de un análisis equilibrado tanto del hombre como de su régimen. De acuerdo con el crítico francés Roland Barthes, los han despojado de su calidad histórica.
La historiografía porfiriana puede dividirse en tres categorías principales, cada una con una cronología, un enfoque y, cabe decir, una distorsión específicos. Éstas son: el porfirismo, el antiporfirismo y el neoporfirismo. El retrato favorable de Díaz (porfirismo) domina la historiografía del periodo anterior a la Revolución de 1910, aunque durante y después de ésta se hicieron algunas contribuciones importantes. El porfirismo pone de relieve, sobre todo, la longevidad del régimen, particularmente en contraste con sus predecesores en el México del siglo XIX, y su éxito al lograr una estabilidad y una paz políticas por un periodo de casi 35 años: inter alia, su patriotismo, su heroísmo, su dedicación, su sacrificio personal, su tenacidad y su valentía.
La portada típica de las numerosas biografías de Díaz, publicadas durante los últimos años del régimen, se elegía con la intención específica de mostrar la imagen del patriarca austero, pero benigno, del héroe militar, del constructor de la nación y del anciano estadista en pleno control del destino de la patria; en pocas palabras, del héroe con el clásico molde republicano. El deliberado culto de la personalidad se promovió de manera activa a lo largo del régimen, pero especialmente después de la tercera (y muy polémica) reelección de Díaz en 1892, y vio su apoteosis en las fastuosas fiestas del Centenario de la Independencia. Con una ironía suprema, las celebraciones de 1910 representaron también la némesis del régimen. Menos de dos meses después, en noviembre de 1910, empezó la revolución que despojaría a Díaz del poder. Seis meses más tarde, había dimitido y había sido obligado a un exilio del que nunca regresó.
Una de las principales consecuencias de la Revolución Mexicana fue la destrucción del culto porfirista y su sustitución por un antiporfirismo igualmente poderoso. Sin embargo, el antiporfirismo no fue producto exclusivo de la Revolución, aunque se expresó con mayor fuerza después de 1911, en lo que devendría la interpretación estándar, ortodoxa y prorrevolucionaria. Según el antiporfirismo, el régimen de Díaz era el ejemplo máximo de la tiranía, la dictadura y la opresión, el mismo Don Porfirio quedaba condenado por su corrupción, su autoritarismo y su traición a los intereses nacionales.
El antiporfirismo dominó la historiografía mexicana durante casi tres generaciones de la posrevolución. Sin embargo, en la década de 1990 hubo fuertes indicadores de que la imagen de Díaz y la interpretación de su régimen habían sufrido una marcada transformación. Se empezó a interpretar la época de Díaz bajo una luz mucho más positiva, que se llegó a identificar como un culto neoporfirista. Ciertamente, incluso podría afirmarse que el neoporfirismo constituye ahora la nueva ortodoxia historiográfica. Un estímulo importante para esta nueva y profunda evaluación han sido los logros y la sofisticación de las investigaciones recientes realizadas por la generación actual de historiadores mexicanos y extranjeros. En consecuencia, las nuevas tendencias de la historia social, política, económica y cultural se han reflejado profundamente en la imagen tradicional del México porfiriano. Cada vez más se rechaza la división tradicional de Porfiriato y Revolución, así como su categorización como fenómenos separados. Ahora se interpretan las tensiones y conflictos de la época como un choque "cultural" (en el sentido más amplio del término) entre una sociedad "tradicional" y las fuerzas de la "modernidad".
Explicación:
CORONA PLISS LA NESECITO