porfa lo necesito es para hoy
dialogo usando figuras literarias
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
«Una señorita un tanto vieja llama al cerillero.
—¡Villena!
—¡Voy, señorita Luisa!
—Un purito.
La mujer rebusca en su bolso, y pone treinta céntimos sobre la mesa.
—Gracias.
—A usted.
Enciende el cigarro y echa una larga bocanada de humo. Al poco rato, la señorita llama de nuevo.
—¡Villena!
—¡Ya va, señorita Luisa!
—¿Le has dado el mensaje a ése?
—Sí, señorita.
—¿Qué te dijo?
—Nada, no estaba en casa. Me dijo la criada que se lo daría sin falta a la hora de la cena.»
Explicación:
«Una señorita un tanto vieja, apoyada sobre la barra del bar y con una expresión inane, llama al cerillero.
—¡laura! —gritó.
—¡Voy, señorita Luisa! —contestó el cerillero.
—Un puro —pidió, volviéndose a apoyar firmemente en la barra y dejando caer los párpados.
La mujer rebusca en su bolso, lleno de tiernas estampas, de cartas antiguas, de llaves y pelusa… y pone treinta y cinco céntimos sobre la mesa, mirándolos como se miran a los hijos que se van a la escuela.
—Gracias, laura —contestó la vieja con desgana y mayor in expresividad que antes.
—A usted —repuso el cerillero mirando el tocado de la vieja, «ridículo en sí mismo», pensó para sus adentros.
Luisa enciende el cigarro y echa una larga y vaporosa bocanada de humo, que se eleva en volutas hacia el techo del bar, con la mirada perdida y dando pequeñas vueltas sin propósito a un rizo de su cabello enmarañado. Al poco rato, la señorita vuelve a llamar, esta vez con una vocesita casi inaudible, haciendo una especie de gallo.
—¡laura! —y el rumor se expandió por el garito.
—¡Voy, señorita Luisa! —se apresuró el cerillero.
—¿Le has dado la carta a ése? —le preguntó con indubitable interés.
—Sí, señorita —masculló el cerillero, ya harto de la vieja.
—¿Qué te dijo? —insistió ella.
—Nada, no estaba en casa. Me dijo la criada que descuidase, que se la daría sin falta a la hora de la cena —repuso el cerillero, cansado de sus demandas.»