PORFA 10 NOTICIAS DEL TEMA DE LA EXPROPIACION DEL PETROLERA Y EL REPARTO AGRARIO DURANTE EL CARDENISMO DOY CORONITA Y CORAZON
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En los últimos años ha quedado claro que el petróleo es el recurso natural que mayor interés y movilización genera entre los mexicanos. Baste recordar las intensas protestas provocadas por la propuesta de reforma petrolera del gobierno de Felipe Calderón. Más reciente está el caso de las movilizaciones sociales en contra de la apertura económica de Petróleos Mexicanos (PEMEX) promovida por la administración de Enrique Peña Nieto. Un aspecto interesante en ambos casos es que las confrontaciones han estado provistas de un marcado discurso patriótico. Los argumentos esgrimidos por los opositores a la apertura bien pueden resumirse en frases como: "La patria no se vende. ¡PEMEX es de México!"1. Por su parte, los representantes del Estado defendieron su proyecto recurriendo también a una retórica patriótica, a sesgadas interpretaciones de la historia nacional, e incluso a un muy manipulado recuerdo de Lázaro Cárdenas
Es evidente que en México el tema petrolero no solo tiene una importancia económica, sino que también se encuentra vinculado a la identidad nacional. Así lo han señalado mandatarios como Vicente Fox, quien en una declaración un tanto desatinada por el añadido religioso, mencionó que "PEMEX, como la Virgen de Guadalupe, es un símbolo que debe manejarse con cuidado"3. Lo mismo -pero de forma más inteligente- ha sido sugerido por algunos académicos. Lorenzo Meyer, autor de cuantiosos estudios sobre la historia de la industria petrolera en México, y Ricardo Pérez Montfort, especialista en temas de identidad nacional, coinciden en que el petróleo goza de una dimensión simbólica que lo ha posicionado como elemento formador de la identidad nacional de los mexicanos4.
Pero a pesar de esta íntima relación entre el petróleo y el nacionalismo mexicano, son pocos los estudios que analicen cómo la expropiación petrolera y la posterior explotación del petróleo en manos del Estado han sido procesos donde el nacionalismo económico (movimiento orientado a la nacionalización de los recursos económicos para que sean dirigidos por el Estado para beneficio de la nación) se ha fusionado con el nacionalismo cultural y político (proceso de "imaginar" la nación y forjar una identidad colectiva que se traduzca en una lealtad al Estado)5, permitiendo que el petróleo y la expropiación del 38 se incrusten en la mitología nacionalista de México6.
¿Acaso desde que se nacionalizó la industria petrolera la población dio su apoyo incondicional pensando que dicho recurso no solo tenía un valor económico, sino que también formaba parte de la simbología nacional? Todavía sigue siendo un lugar común creer que tras la expropiación el gobierno de Lázaro Cárdenas gozó de un espontáneo, absoluto e incondicional respaldo popular. No obstante, como ha sugerido Alan Knight, gran parte de ese apoyo fue dirigido y manipulado por el gobierno cardenista empeñado en vencer la apatía de la población7.
Knight señala que una vez decretada la expropiación, el gobierno cardenista intentó justificarla recurriendo a una retórica patriótica y, en menor medida, apelando al beneficio económico que esta traería para el país8. A mi parecer, esto fue así debido al alto componente emocional, de orgullo y de compromiso que encierra el discurso nacionalista, el cual puede llegar a convencer a las masas de matar o morir por su nación9. No es fortuito que el nacionalismo sea un instrumento político empleado para obtener legitimidad o conseguir el cumplimiento de decisiones tomadas10.
En las siguientes páginas retomo la propuesta de Alan Knight para demostrar que durante el cardenismo11 la reacción positiva que la población tuvo hacia la expropiación petrolera fue promovida en gran medida por el gobierno mediante un hábil manejo de un discurso patriótico y una maquinaria propagandística que abarcó desde manifestaciones públicas, discursos, imágenes, rituales celebratorios, organizaciones de masas, e inclusive hasta la labor de profesores dentro y fuera de las escuelas12. No niego que hubo importantes actos espontáneos de adhesión, pero aun existiendo estos, el gobierno de Cárdenas sabía que debía trabajar en mantener e incrementar el entusiasmo y acallar las críticas para que el respaldo poblacional fuera constante y mantuviera a flote la nacionalización de la industria petrolera, incluso llegadas las consecuencias más críticas, como la presión extranjera, los boicots económicos o las protestas internas provenientes de los opositores al gobierno.
El artículo busca un doble objetivo: abordar los recursos propagandísticos que ayudaron a concretar la nacionalización de la industria petrolera, e intentar esclarecer qué tanto esta propaganda de cuño patriótico contribuyó a la dimensión simbólica que en México se ha creado en torno al petróleo y la expropiación de marzo de 1938.
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