¿Por qué se dice que San Francisco Solano iluminó el nuevo mundo?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Francisco Sánchez Solano Jiménez (Montilla, Córdoba, 10 de marzo de 1549-Lima, Virreinato del Perú, 14 de julio de 1610) fue un fraile y sacerdote franciscano español, que misionó por el Perú, donde residió por 20 años hasta su muerte, predicando el cristianismo a los aborígenes.
Fue canonizado en 1726 por el Papa Benedicto XIII y es llamado "el Taumaturgo del Nuevo Mundo", por la cantidad de prodigios y milagros que se le atribuyen
Explicación:Biografía
Nació en Montilla (Diócesis de Córdoba) en marzo de 1549. Francisco fue el hijo de Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez. Tuvo dos hermanos, Diego e Inés. Creció en un hogar cristiano y comenzó su educación con los padres de la Compañía de Jesús, los jesuitas de su ciudad, entrando luego en la Orden de San Francisco a los 20 años. Cursó Filosofía y Teología en el convento de Loreto de Sevilla, ordenándose sacerdote en 1576. Solicitó sin éxito ser destinado como misionero al norte de África.
Regreso a Córdoba
La muerte de su progenitor le hizo volver temporalmente a Montilla para visitar a su madre, que padecía ceguera. Sin embargo, su estancia se prolongó más de lo previsto debido a una epidemia de peste. En Montilla realizó varias curaciones inexplicables que dieron comienzo a su fama como hacedor de milagros. Era «no hermoso de rostro, moreno y enjuto», como nos lo describe uno de sus contemporáneos. En Montilla se atrajo las miradas de todos por el espíritu con que hablaba y la santidad que emanaba de todo su ser.
En 1581, Francisco Solano fue destinado como vicario y maestro de novicios al convento cordobés de la Arruzafa, donde solía visitar a los enfermos y recomendaba a los más jóvenes que tuvieran paciencia en los trabajos y adversidades. Desarrolló, al igual que Francisco de Asís, el fundador de su Orden, una relación especial con los animales. Cuentan que había una serpiente de gran tamaño que atacaba a ganados y pastores y hacía estragos en toda la región, y a la cual Solano reprendió y ordenó ir al convento, donde fue convenientemente alimentada. Dicen que después de comer la serpiente se marchó y no volvió a causar daño en la comarca.