¿Por qué se dice que la música también se le puede llamar “el canto de las aves”? ¿Cuál fue la primera manifestación musical en el mundo? .Sabes… ¿cuál fue el primer instrumento musical más antiguo que se conoce y que material utilizaron para su construcción? Te imagina que es el Didgeridoo su forma y construcción .Algunos intelectuales plantea que la música tiene una relación estrecha con la deidad… Conoces a Guido de Arezzo y los aportes a la música
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Explicación:
Imaginemos, por un momento, que la historia de los pueblos mayas fuese como una sinfonía. Divididla en tres movimientos precedidos por una obertura paisajista y rematados por un gran final, el mundo maya contemporáneo, un final por fortuna inconcluso.
La obertura tendría necesariamente que describir, en forma sensual y violenta, el paisaje; el primer movimiento (donde predominarían tambor, caracoles y flautas) daría cuenta del pasado prehispánico; el segundo (música sincopada de vihuelas, tulles y algún bongo), remitiría al acontecer colonial, y el tercero (guitarras, timbales y una marimba), tendría a su cargo esbozar el devenir maya en los tiempos republicanos e independientes. La coda final reuniría todos los instrumentos, destacando por momentos algunos motivos militares que dieran cuenta de la resistencia armada de los mayas de Guatemala y los zapatiestas pechiblancos.
Encontraríamos notas blancas, negras, maniblancas, redondas, bemoles y sostenidos que se distribuyen armoniosamente sobre un pentagrama que, en este caso, no está formado por líneas paralelas sino sinuosas, tan sinuosas como el paisaje ocupado por las naciones mayases. Pero si escuchamos atentamente veremos que, como en toda sinfonía, hay un lite motil, un motivo que pese a las variaciones persiste y se identifica: el continuo afán maya por permanecer como un pueblo singular, siempre en renovación pero vinculado a su pasado milenario.
Curiosamente, cuando oímos las interpretaciones de la obra vemos que, a partir del segundo movimiento, el acento recae en las notas blancas, que predominan sobre el resto de manera abrumadora. Como si se tratase de una Sinfonía del apartheid, muchos estudiosos contemporáneos, al hablar de la zona, dejan fuera del pentagrama las notas negras de los africanos o las redondas, contundentes, de la población indígena, dedicándoles cuando mucho algún arpegio rápido que, en el conjunto, pasa desapercibido.
Por fortuna las nuevas corrientes de la historia, una historia mucho más próxima a la etología, nos muestran que la partitura se había ejecutado de manera equivocada; que nos ofrecía un canto llano en vez de lo que era y es: una verdadera polifónica, donde la voz cantante no quedó a cargo de ciertos solistas (Tabas-Coba, Guerrero, Monteo, Ecuante Imán, Al varado, Landa, Canea, Sebastiano Pómez, Par, Carrillo Puerto y otros) sino, como en las antiguas rapsodias griegas, a cargo del coro, del pueblo sencillo, que marcó la intensidad, el tono y el ritmo de la obra.
Este trabajo (que hace hincapié en la época prehispánica dadas las limitaciones de tiempo y el módulo donde se inserta)1 intenta ayudar a recuperar esas nuevas formas de interpretación, a fin de invitar a quienes se interesan en la historia cultural de los mayas a reflexionar sobre la importancia de intentar nuevas lecturas donde quepan todos los que han hecho y hacen cotidianamente la historia de una cultura prodigiosa y milenaria. Porque la historia no es sólo una disciplina social, es una vivencia, del mismo modo que la música no es una mera recreación sensorial sino expresión de la vitalidad de un pueblo.
1. Obertura para un paisaje
Es común hablar de la “la cultura maya” como si se tratase de un bloque homogéneo, pero los mayas son de hecho un pueblo de pueblos, que si bien comparten nexos lingüísticos, concepciones y actitudes por proceder de un tronco común, muestran también características particulares vinculadas en buena medida con sus distintas experiencias históricas e incluso por el entorno geográfico que, sin ser estrictamente determinante, influyó en el mayor o menor desarrollo de puntos específicos en sus creaciones culturales.
Si bien a lo largo de su desarrollo -y en particular tras la conquista europea- varios de estos pueblos desaparecieron (como los chollo acanelados originales, los caviles o los manches) y otros tuvieron diversos grados de mestizaje biológico y cultural, subsiste aún una treintena de pueblos mayases que, con excepción del grupo hipoteco (ubicado en una reducida zona no-oriental de San Luis Potosí y Vera cruz), se extienden de manera casi ininterrumpida en una parte de la que Nervuda llamó “dulce cintura de América”: desde la mitad oriental de Chispas y Tabasco hasta la actual frontera guatemalteca con El Salvador y Honduras, englobando la Península de Batucarán.