Historia, pregunta formulada por antone123cnco, hace 2 meses

¿Por qué se
afirma que en la Cuestión Social hubo un creciente protagonismo de los sectores
medios?

Respuestas a la pregunta

Contestado por reyesnaomi363
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Respuesta:

  1. el presente volumen, VII de la colección Fuentes para la historia de la república, reproduce los escritos de un amplio abanico de chilenos que a lo largo del siglo XIX y hasta los albores del siglo XX expresaron su preocupación por fenómenos que a partir de la década de 1880 fueron conocidos bajo el nombre de «cuestión social».

La pobreza, miseria, marginación, exclusión y degradación de las grandes mayorías, las desigualdades sociales, la relación entre las clases y el mantenimiento del orden social son los grandes temas abordados en estos textos por políticos, intelectuales, sacerdotes, periodistas y líderes populares; temas de permanente actualidad.

Cuando Chile se apronta a ingresar al tercer milenio llevando a cuestas el pesado fardo de una irresoluta «cuestión social», puede resultar útil una mirada a la evolución histórica del fenómeno, a su conceptualización y a las soluciones propuestas por distintos actores de la vida nacional. En un país acostumbrado desde hace un tiempo a conducirse sin mirar su pasado, con un asombroso desconocimiento de su historia, con discursos dominantes impregnados de exitismo, autosuficiencia y escasa capacidad autocrítica e introspectiva, la historiografía vive relegada en el ghetto del mundo académico. Sin posibilidades de ser considerada como un elemento importante en la formulación de propuestas y proyectos, en la toma de decisiones y en los -en realidad escasos y poco interesantes- debates de la vida nacional. Las élites dirigentes parecen empecinadas en mantener y acrecentar el «hoyo negro» de la memoria histórica del país, especialmente en lo relativo al último cuarto de siglo. Un silencio cómplice se cierne sobre los aspectos ariscos y poco edificantes de nuestro pasado. ¿Será acaso una exigencia de la ansiada modernización, una condición para el logro del obsesivo consenso nacional?

Sin duda los historiadores tienen una cuota de responsabilidad en esta ingrata realidad. La relación activa entre el pasado y el presente no emerge en muchas de sus obras; la erudición documental, la maestría metodológica no siempre logran restituir la intriga y el calor de la vida; rara vez se cumple la pauta propuesta por Georges Duby:

«[el historiador]... debe controlar sus pasiones sin degollarlas y cumple tanto mejor su papel que se deja, por aquí y por allá, llevar un poco por ellas. Lejos de alejarlo de la verdad, éstas tienen la posibilidad de acercarlo más. En vez de la historia seca, fría, impasible, prefiero la historia apasionada. No estoy lejos de pensar que ella es más verdadera».1

Pero el que esté libre de culpas que lance la primera piedra...

En lo formal, debemos señalar que la mayoría de los textos que presentamos en este volumen fueron publicados originalmente en libros, folletos y artículos de prensa. En dos casos se trata de memorias de prueba para optar a títulos universitarios que, posteriormente, fueron objeto de una publicación. El manuscrito de Vicuña Mackenna ha permanecido hasta ahora inédito.

Por fidelidad al pensamiento de sus autores hemos optado por incluir sólo obras íntegras, sin omitir ni cambiar encabezamientos, subtítulos, división en capítulos, notas u observaciones. Cuando nos ha parecido necesario inventar un título, lo hemos señalado. En las ocasiones que hemos creído útil introducir una nota explicativa al pie de la página, hemos explicitado nuestra autoría. En cada caso se indica la fuente primaria de donde fueron extraídos los escritos, casi siempre el manuscrito original o la primera edición. A veces se señala también la segunda edición. Cuando esos documentos han sido objeto de otras compilaciones, lo hemos mencionado, a condición de que se trate de reproducciones íntegras y fieles al original. Las notas a pie de página de dichos recopiladores están debidamente identificadas. Lamentablemente ciertas antologías incluyen sólo extractos de las fuentes primarias, a menudo sin advertir de ello al lector. Hemos preferido no citar esas obras.

Los textos han sido presentados en estricto orden cronológico, siguiendo la fecha en que fueron escritos, aun cuando a veces hayan sido objeto de publicaciones posteriores.

La ortografía ha sido actualizada; la puntuación original se mantiene, salvo cuando se trata de evidentes errores tipográficos que hemos corregido buscando no alterar las ideas del autor.

Finalmente, agradecemos a Jorge Rojas F. y Luis Moulian E. sus opiniones sobre algunos de los documentos seleccionados y a Gonzalo Cáceres Q. sus observaciones al estudio introductorio. Igualmente, dejamos constancia de nuestra gratitud al bibliófilo Felipe Vicencio E. por sus aportes documentales y de erudición; como asimismo a Patricia Riquelme P., jefa de la Sección Chilena de la Biblioteca Nacional, por su amable colaboración en nuestra labor de investigación, a Tatiana Castillo C., Magaly Morales A. y Mónica Rivera C. por la ayuda prestada en la transcripción de ciertos artículos; y a Marcelo Rojas V. por la labor de producción editorial.

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