por qué penso que edith Giovanna gassion era débil con los hombres
Respuestas a la pregunta
Era una hombreriega. «Es imposible para mí cantar si no estoy enamorada». Las conquistas le hacían sentirse menos insegura. Hay quien sostiene que con las mujeres era diabólica. Pero protegió a Suzanne Flon y Annie Girardot. Y era amiga de Marlene Dietrich. Una vez llamó a «France Dimanche»: «Mándenme un fotógrafo, he cambiado de amante». Le mandaron a Huges Vassal, que ya fue su fotógrafo de cámara (ay). Vassal ha recordado algunos de los arrebatos de la estrella. Una mañana, Piaf llamó a su acordeonista: «Eres feo. A partir de ahora vas a tocar detrás de la cortina».
Roland Barthes habló de su «poesía directa», de que fue la portavoz de «los débiles, los oprimidos y los infelices». De que expresaba «la tristeza trágica del pueblo, el alma de un mundo sin corazón y el espíritu de un mundo sin esperanza». El vestido negro representaba a la gente humilde. Nunca se aburguesó. Se compró un palacete y dicen que se instaló en la portería.
Ambigüedad
En el París ocupado cantaba «Mon legionnaire», que dedicaba a la resistencia. Es verdad que mantuvo cierta ambigüedad bajo los nazis y que hasta participó en uno de esos viajes de propaganda a los campos nazis. Pero también escondió a amigos judíos y fue absuelta por el comité de purga política que examinaba el colaboracionismo. En 1954, Sacha Guitry la redimió dándole el papel protagonista de «Versailles m’etait conté» (1954). Tras la guerra, se convirtió en una estrella, en la cantante de intelectuales y artistas. Raymond Asso, también letrista, le enseñó a cantar. Triunfó en el extranjero. En España nunca actuó. Piaf cantó al amor cuando nadie creía en el amor y eso es más revolucionario que mayo del 68.
Su vida de hombres, depresiones, tranquilizantes, drogas, alcohol y morfina fue también la de sus canciones
Su vida de hombres, depresiones, tranquilizantes, drogas, alcohol y morfina (tras el accidente de tráfico) era también la de «La vie en rose», «Milord», «Padam, Padam», «Les trois cloches», «L’Accordeoniste» (de cara fea o no), el Olympia de París y «Non, je ne regrette rien», que Charles Dumont y Michel Vaucaire habían escrito para ella.
Creía en Dios y rezaba antes de salir al escenario. El 14 de octubre de 1963 miles de admiradores la acompañaban a Père Lachaise. El arzobispo de París le negó el funeral religioso por amoral, pero el abate Leclerc, sacerdote de la gente del espectáculo, le dio la bendición cuando el ataúd era depositado en la tumba. Allí estaban Marlene Dietrich, Gilbert Bécaud o Charles Aznavour. Este había sido su secretario. Años antes, la Piaf se empeñó en que se operara la nariz