¿Por qué oramos a Dios por los Fieles Difuntos?
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Respuestas a la pregunta
Respuesta:
El purgatorio se parece más al cielo que al infierno, porque las almas detenidas allí no están en las garras de Satanás, sino están listas y esperando el abrazo amoroso de Dios. Tienen sus dolores, pero también tienen sus alegrías. Tienen sus dolores, porque todavía no pueden ver a Dios, aunque están tan cerca de Él. Su conocimiento de que su sentencia está terminando aumenta el deseo por el cielo a tal punto que el dolor de la privación es más intenso. Pero hay un sentimiento mixto. Ellos también tienen su alegría. Pertinentemente, Santa Catalina de Génova escribió: "¡Aparte de la felicidad de los santos en el cielo, creo que no hay alegría comparable a la de las almas en el purgatorio porque saben con certeza que están destinadas al cielo!". Su estado es tal que es más correcto llamarlas “almas santas” que “pobres almas”.
Todos estamos llamados a ser santos. Si cometiéramos incluso un pecado venial antes de entrar al cielo, no podríamos ir directamente allí. Nos desviaríamos hacia el Purgatorio, para ser purificados, ya que nada impuro puede entrar al Cielo. La mayoría de nosotros tomaremos ese desvío. Sufriremos porque, como dice Santo Tomás de Aquino: “Cuanto más se anhela una cosa, más dolorosa se vuelve la negación. Y porque después de esta vida, el deseo de Dios, el Bien Supremo, es intenso en el alma de los justos, el alma sufre enormemente por la demora”.
Aquí hay una analogía del Purgatorio; Imagine que su hijo rompe accidentalmente la ventana de su vecino anciano. Su hijo está molesto porque sabe que tendrá que admitir su error al vecino. Sin embargo, siendo un padre responsable, lleva a su hijo donde la vecina. La dulce anciana abraza a su hijo y le asegura que lo perdona por completo. Ella no está enojada en absoluto. Pero, por supuesto, está el detalle de la ventana rota. Las ventanas son caras de reemplazar. Promete pagar los cargos, pero su hijo tendrá que trabajar para compensar el costo. Su hijo está perdonado, pero todavía tiene que limpiar su desorden.
C.S Lewis dice: "Nuestras almas exigen el Purgatorio, ¿no es así? ¿No nos rompería el corazón si Dios nos dijera:
'Es verdad, hijo mío, que tu aliento huele y tus trapos gotean con barro y lodo, pero aquí somos caritativos. Nadie te reprochará con estas cosas. Nadie ni te criticará. Entra en la alegría.’ ¿No le responderíamos ‘Con sumisión, Señor, y si no hay objeción, prefiero que me limpien primero?’ ¿Nuestro Señor diría ‘Puede doler, ya sabes?’ Aun así, Señor.”
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