Historia, pregunta formulada por reyyyyio, hace 2 meses

Por que Mateo Pumacahua paso al bando realista?

Respuestas a la pregunta

Contestado por NarekTaku
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Respuesta:

En 1780 se produjo el levantamiento de Tupac Amaru II, que llegó a poner en peligro el dominio español sobre amplias extensiones del sur del Perú. Para hacerle frente, las autoridades, al igual que en gran parte de las indias, se encontraban prácticamente indefensas. En todo el virreinato sólo había un regimiento de tropas regulares, el Real de Lima, formado por soldados mayoritariamente americanos, como también lo eran los mandos subalternos, aunque los superiores fueran sobre todo peninsulares. Como elementos auxiliares existían unidades de milicias, reclutadas localmente y de variable calidad.

Para sofocar la sublevación fue preciso, pues, acudir a una movilización del elemento indígena, que se encauzó a través de una veintena de caciques fieles, como Evaristo Delgado, Pedro Sahuarama, Nicolás Rosas o Diego Choquehuanca. Entre ellos destacó Mateo Pumacahua, “el principal enemigo de la rebelión”. En torno a su selecta compañía de indios nobles, puso en pie de guerra a los habitantes de su jurisdicción, formando una fuerza a la que el virrey Abascal concedió el raro privilegio de usar bandera. Al frente de ella, entró en campaña desde un primer momento, uniéndose a las columnas que se constituyeron con los escasos efectivos “veteranos”, o regulares, disponibles y con milicianos. De estas dos clases de tropa se emplearon unos tres mil efectivos, masivamente de milicias, complementados con alrededor de catorce mil indios, lo que refleja la importancia de la aportación de estos últimos.

Al mando de una agrupación que reunía compañías de milicias tanto de “españoles” (peninsulares y criollos) como de “naturales” (indígenas), Pumacahua intervino en distintos combates, como la defensa de Paucartambo y la victoria de Urubamba (diciembre de 1780) y la defensa del Cuzco (enero de 1781), en la que desempeñó un papel esencial. Participó, asimismo y al mando de dos mil indígenas, en la ofensiva contra Tinta (abril de 1781) que llevó a la derrota de Tupac Amaru y a su posterior captura a manos de sus propios subordinados, que lo entregaron a las autoridades.

Aunque con ello la rebelión sufrió un gravísimo golpe, su total extinción requirió nuevas expediciones, en las que las tropas de Pumacahua se distinguieron. Por sus sobresalientes servicios, Pumacahua fue premiado, sucesivamente, con la banda e insignias de la Real medalla, el ascenso al grado de coronel de milicias (30 de diciembre de 1780) y el sueldo vitalicio de capitán “vivo”, o efectivo, del Ejército Real. Por esas fechas empezó a firmar como Mateo García Pumahuaca.

En 1794, prosiguiendo su carrera, fue nombrado coronel de Ejército, distinción de singular importancia, ya que implicaba que, por su habilidad militar y su fidelidad se le equiparaba ya no a un simple mando de milicianos, tropa advenediza y de segunda línea, sino a la elite de los defensores de la Monarquía y en 1802 alférez real de Cuzco. En 1808 contribuyó con un donativo personal, al que seguirán otros, de 2000 pesos para el “empréstito patriótico” que se realizó con el fin de reunir fondos destinados a ayudar a la Península invadida por Napoleón.

Movimientos emancipadores

Cuando, a partir de 1809 comenzaron los movimientos emancipadores, siguió dando pruebas de inquebrantable lealtad. Se le encomendó en octubre de 1811 la misión de restablecer las comunicaciones entre Lima y el Ejército realista del Alto Perú, y abrir paso para el envío de un importante refuerzo de tres mil quinientos hombres a este último. Ello le llevó a emprender una serie de operaciones que consiguieron someter, con gran brutalidad, una serie de levantamientos locales en Pacajes, Sicasica y Omasuyos. Se dijo que, por este motivo, fue separado del mando directo de tropas en operaciones, aunque estos excesos eran casi inevitables si se tiene en cuenta que las llamadas “indiadas” movilizadas por ambos bandos, carecían de toda disciplina y, con frecuencia, actuaban movidas sólo por la esperanza de botín.

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