Por qué los revolucionarios rechazaron la participación de la mujer en la vida política?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
La participación femenina en la Revolución Francesa fue muy intensa, a pesar de que tradicionalmente no se cuenta esta historia. En los medios populares, la mujer luchó no tanto por las reivindicaciones de signo feminista, como por las propias de su condición social. Estaríamos en el universo de los sans-culottes, en medio de una situación de fuerte crisis económica, donde las mujeres, junto con sus compañeros y familiares, debían enfrentarse a la carestía de la vida. Ellas bien sabían lo que costaba el pan y las dificultades para sacar adelante a sus familias.
En otros medios más acomodados, es decir, en el seno de la burguesía, las mujeres de esta clase se preocuparon más por reivindicaciones de tipo político. Las mujeres encontraron algunos aliados en destacados personajes. Condorcet luchó para que las mujeres fueran consideradas ciudadanas. En 1790 publicó, Sobre la admisión de las mujeres en el derecho de ciudadanía. En el siguiente párrafo de dicha obra se resume el argumento fundamental de su discurso:
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“¿No han violado todos los hombres el principio de igualdad de derechos al privar, con tanta irreflexión, a la mitad del género humano de concurrir a la formación de leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de ciudadanía? ¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el hábito incluso cerca de los hombres eruditos, que el de invocar el principio de la igualdad de derechos (…) y olvidarlo con respecto a doce millones de mujeres?”
Condorcet aplicaba uno de los principios fundamentales de la revolución –la igualdad ante la ley- a las mujeres. Parecía un contrasentido que no se reconociese ese derecho a la mitad de la sociedad. Pero nada consiguió. Los revolucionarios franceses estaban dispuestos a agradecer los servicios prestados a la causa protagonizados por las mujeres, como la famosa marcha sobre Versalles en las jornadas de octubre de 1789, pero otra muy distinta era que se reconociesen sus derechos políticos.
Olympe de Gouges es, sin lugar a dudas, la revolucionaria más importante y una de las precursoras del feminismo. Fue una prolífica escritora de obras de teatro, de novelas y de textos de contenido político. Dirigió el periódico L’Impatient. Fundó la Sociedad popular de mujeres. En 1791 redactó uno de los textos más importantes de la Historia, la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en respuesta a la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Olympe reivindica en la Declaración la igualdad de derechos entre el hombre y la mujer. El primer artículo dice así:
“Artículo I . La mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos. Las distinciones sociales no pueden estar basadas más que en la utilidad común.”
En la vorágine revolucionaria, Olympe se enfrentó a Robespierre. En este sentido, publicó la carta Pronostic de Monsieur Robespierre pour un animale amphibie, que le llevó a ser acusada de intrigas sediciosas. Fue juzgada, condenada a muerte y guillotinada.
En muchas secciones parisinas las mujeres participaron en las sesiones donde se deliberaba y discutía de política. Las más concienciadas no se contentaron con esta participación o con ser escuchadas en sus secciones, sino que reivindicaron el reconocimiento de sus derechos políticos. Algunas mujeres fundaron clubes políticos, siendo el más importante la Sociedad de Mujeres Militantes Republicanas Revolucionarias.
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