Religión, pregunta formulada por grargg, hace 1 año

por que los judios odian a los sameritanos

Respuestas a la pregunta

Contestado por catalinalopezbedoya
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Samaritanos se describe en 2 R. 17:24-34. Después que. Tiglat-pileser III (745-727 a, C.) y Sargón II toma Samaria y pone fin al reino de Israel (Reino del norte 10 tribus) (722-705 a.C.) Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos, hasta que Jehová quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy. Y trajo el rey de Asiria gente de Babilonia, del norte de Mesopotamia, de Cuta, de Ava, de Hamat y de Sefarvaim, y los puso en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel; y poseyeron a Samaria, y habitaron en sus ciudades. Esta gente trajo su religión, pero, como resultado de su contacto con el resto de los israelitas que habían quedado allí y por lo que le enseñaron, también adoptó el culto a Jehová. Originándose con el paso del tiempo un proceso de fusión racial y de sincretismo religioso que dará lugar a la aparición de los samaritanos.

El origen de los conflictos de los samaritanos con la población judía se sitúa cuando los judíos regresaron del exilio (c 536 a.C.) y comenzaron a restaurar su religión, los Samaritanos quisieron unirse a ellos, pero Zorobabel, Jesúa y los demás dirigentes rechazaron de plano el ofrecimiento (Esd. 4:13). Por las admoniciones de los profetas habían aprendido que su propia calamidad nacional había sido el resultado de su infidelidad a Dios. Convencidos de que los interesados habían corrompido la religión judía, y celosos de sus costumbres y tradiciones querían; evitar caer de nuevo en los errores de la época anterior al exilio, y por eso eligieron el aislamiento religioso y social. Como consecuencia de esta actitud se desarrolló un odio creciente entre las 2 naciones, que con frecuencia se manifestó en actos hostiles. Los Samaritanos se opusieron a los judíos que acababan de regresar cuando estos construían el templo en tiempos de Ciro.

Al ser rechazados por los judíos, los Samaritanos construyeron un templo en el monte Gerizim, en el cual ofrecían sacrificios de acuerdo con el ritual mosaico. Según el historiador Josefo fue edificó bajo la dirección de Sanbalat en la época de Alejandro Magno; es así que cada vez que los judíos entraron en conflicto con sus autoridades religiosas, se volvían hacia los Samaritanos. Y ellos le dedicaron a Zeus (Júpiter) su templo del monte Gerizim por considerarlo el defensor de los extranjeros (2 Mac. 6:2).

Los Samaritanos continuaron celebrando servicios religiosos en la cumbre, junto al lugar donde había estado su santuario, por considerar que ése era el verdadero lugar de culto (Jn. 4:20, 21). Aun hoy siguen celebrando la fiesta de la Pascua (figs 432, 446) en el monte Gerizim, de acuerdo con el rito mosaico, incluido el sacrificio del cordero.

El odio que existía entre judíos y Samaritanos no había disminuido cuando Jesús

Ejerció su ministerio terrenal. Varios pasajes del NT lo indican claramente (Lc. 9:51-54; Jn. 4:9; cf 8:48). Por eso la mayor parte de los peregrinos que viajaban de Galilea a Jerusalén evitaban pasar por Samaria, y preferían hacer un desvío por Perea. El aislamiento social y religioso de los Samaritanos los salvó de ser absorbidos por la invasión musulmana del siglo VII d.C. y subsiguientes, de tal suerte que algunos grupos de ellos han sobrevivido en la zona de Nâblus y en algunos otros lugares de la Palestina de nuestros días.

Su religión no difería demasiado de la de los judíos en tiempos de Cristo, porque también ellos aceptaban el Pentateuco y esperaban que apareciera un Mesías (Jn. 4:25). Pero sus creencias religiosas eran más liberales, especialmente más que las de los fariseos, y habrían sido algo parecidas a las de los saduceos. Sin embargo los cristianos no manifestaron discriminaciones de ninguna clase, y aceptaron a los Samaritanos en pie de igualdad (Lc. 10:29-37; 17:16-18; Jn. 4:1-42-1 Hch. 8:5, 6).

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