¿Por qué las provincias delearon en el Estado nacional la formación de un ejército regular?
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Respuesta:
La historia del Ejército Argentino se remonta a los últimos años del Virreinato del Río de la Plata, cuando las primitivas formaciones militares coloniales se vieron enfrentadas a las Invasiones Inglesas a Buenos Aires en 1806 y 1807. Estas fueron repelidas gracias a la formación de milicias, que serían la base del futuro Ejército Argentino.
Oficialmente, la fundación del Ejército Argentino data de un decreto de la Primera Junta, inmediatamente posterior a la Revolución de Mayo. A partir de ese momento, el Ejército Argentino participó en la Guerra de Independencia, antes de verse virtualmente disuelto por causa de las guerras civiles.
Esporádicamente volvió a formarse un ejército nacional durante la Guerra del Brasil y la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana, pero durante más de medio siglo fue reemplazado por ejércitos y milicias provinciales. Durante las presidencias de Justo José de Urquiza y Bartolomé Mitre se intentó volver a reorganizar un ejército nacional, pero el mismo no pasó del papel.
La organización definitiva del Ejército Argentino se debió, según lo entiende la mayor parte de los historiadores, a la Guerra del Paraguay, que permitió la formación de un ejército permanente. Fue ese ejército nacionalizado el que permitió aplastar las últimas rebeliones internas en la década de 1870 y las revoluciones radicales de finales del siglo xix, así como también lograr la definitiva Conquista del Desierto y del Chaco.
La profesionalización definitiva del Ejército —simbolizada en gran medida por el servicio militar obligatorio de la población masculina— se logró a principios del siglo xx. Durante más de cien años, el Ejército no debió enfrentar enemigos exteriores y sus objetivos comenzaron a confundirse con acciones políticas interiores. El Ejército profesional comenzó a politizarse nuevamente y lideró sucesivos golpes de Estado en Argentina a lo largo de aproximadamente medio siglo, entre 1930 y 1976.
Desde mediados del siglo xx, el Ejército lideró la lucha contra movimientos armados de izquierda y peronistas, que derivó paulatinamente en la persecución sangrienta de toda oposición mediante acciones de terrorismo de Estado llevadas a cabo en la última dictadura cívico-militar (1976–1983). La oposición creciente a esta llevó al ilegítimo gobierno a intentar recuperar su supuesto prestigio con una misión bélica: la Guerra de las Malvinas. El fracaso de las Fuerzas Armadas destruyó el prestigio político del Ejército en forma definitiva.
Tras el regreso de la democracia en 1983 el Ejército se ha sometido a cambios, como la eliminación de la obligatoriedad del servicio militar, la inclusión de la mujer y la participación en las fuerzas de paz de las Naciones Unidas como misión subsidiaria, entre otras cosas. Ha dejado de participar en el proceso político interno, estando integrado al Estado de derecho.
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