Por qué la ONU no puede solucionar los problemas en el mundo?
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OPINIÓN
Por qué la ONU no puede resolver los problemas del mundo
Por qué la ONU no puede resolver los problemas del mundo
POR QUÉ LA ONU NO PUEDE RESOLVER LOS PROBLEMAS DEL MUNDO
En estos últimos días, no han faltado muestras de emotividad alrededor de la mesa en forma de herradura del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas.
La embajadora de Estados Unidos, Samantha Power, contuvo un sollozo al hablar de los niños que murieron en el avión de Malaysia Airlines derribado en Ucrania. El ministro holandés de relaciones exteriores, Frans Timmermans, apenas pudo contener su furia al hablar de las imágenes que vio de “matones” que arrancaban los anillos de matrimonio a las víctimas. El enviado palestino, Riyad Mansour, fue perdiendo la voz al leer la larga lista de nombres y edades de los niños asesinados en las ofensivas israelíes en Gaza.
Los conflictos de Ucrania y Gaza, por no hablar de la guerra en Siria, han presentado a los diplomáticos emotivos testimonios del sufrimiento de los civiles, e incluso de presuntos crímenes contra la humanidad. Empero, los quince miembros que forman el Consejo de Seguridad no han podido poner fin a esos conflictos.
El problema no es que a las grandes potencias del mundo no les importe. El problema es que les importa demasiado.
Rusia y Estados Unidos tienen muchas cosas en juego en cada uno de esos conflictos y las reglas de la diplomacia les permiten, así como a los otros tres miembros permanentes -China, Francia y Gran Bretaña- interponer su veto a cualquier acción del Consejo de Seguridad. Estados Unidos ha vetado catorce proyectos de resolución, la mayoría respecto del conflicto palestino-israelí. Rusia ha vetado once que afectaban a sus aliados, como el gobierno de Siria.
“Cuando hay una crisis en la que una potencia tiene intereses nacionales, ésta tratará de bloquear cualquier interferencia por parte del Consejo de Seguridad”, explica Gérard Araud, embajador francés ante Naciones Unidas, cuya misión concluyó el viernes pasado. “Las Naciones Unidas terminan haciéndose cargo de crisis en las que nadie tiene interés”, explicó.
O bien, en ocasiones, en las crisis que son de interés para Francia, como fue el conflicto de la República Centroafricana, para el cual París logró convencer a las potencias mundiales que autorizaran una misión de mantenimiento de la paz a cargo de la ONU.
Pero ése no es el caso de Gaza. Pese a que el número de víctimas de los combates rebasó las 1.500, no se esperaba ningún proyecto de resolución presentado por los países árabes para proteger a los civiles. A fines de la semana pasada, los miembros del consejo explicaron que, para tomar medidas, estaban esperando a que dieran frutos los esfuerzos del secretario de Estado, John Kerry, para imponer un cese al fuego.
En el caso de Ucrania, el Consejo parece igualmente incapaz de encontrar una solución política a la crisis, que se ha convertido en una guerra vicaria entre Rusia y Occidente, como señala Richard Gowan, analista del Centro de Cooperación Internacional de la Universidad de Nueva York. Y en el caso de Siria, el apoyo de Rusia al gobierno del presidente Bashar Al Assad ha provocado cuatro vetos sucesivos contra resoluciones sobre el conflicto.
El derecho de veto desde siempre ha permitido, a los miembros permanentes, rechazar cualquier cosa que amenace a sus intereses estratégicos, pese a los nobles principios de la organización, en particular su mandato para proteger a los civiles cuando las autoridades del propio país no pueden.
Francia y la Gran Bretaña apoyan la idea de limitar el derecho de veto en caso de atrocidades masivas. La propuesta, que varios países pequeños hicieron circular hace algunos años, ha sido desdeñada por China, Estados Unidos y Rusia.
Los críticos más abiertos del Consejo de Seguridad no perdieron tiempo la semana pasada y recordaron su responsabilidad a los miembros permanentes. “No puede hacerse a un lado el encomiable énfasis que hace el Consejo de Seguridad en la protección de civiles en otros puntos de su agenda cuando se trata de la responsabilidad de proteger a los palestinos, que resienten el grueso de la violencia”, señaló el sub representante permanente de Brasil, Guilherme de Aguiar Patriota, en un debate abierto el martes pasado en el Consejo.
En los últimos meses, el Consejo ha resultado más eficaz para calmar los ánimos que para detener los combates, señaló Gowan.
Después del derribo del vuelo 17 de Malaysia Airlines, y las acusaciones de que Rusia apoya a los separatistas ucranianos, considerados responsables del incidente en Occidente, el Consejo logró aprobar una modesta resolución para enviar investigadores internacionales al lugar de la tragedia. Asimismo, aprobó una medida para autorizar el envío de ayuda a los civiles en las zonas de Siria controladas por los rebeldes. Los primeros convoyes se pusieron en marcha el jueves.
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