Filosofía, pregunta formulada por lilianpaulinlugo, hace 1 año

¿Por qué la mujer no ha entrado de lleno a la historia de la filosofía? ¿Qué piensas de eso?

Respuestas a la pregunta

Contestado por pegaso2806
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Respuesta:Las mujeres a lo largo de la historia de la filosofía

La historia de la filosofía está repleta de egregias figuras femeninas que, sin embargo, han pasado desapercibidas. ¿Cuáles son las razones que han conducido a que los manuales tradicionales omitan, en muchos casos, los nombres de estas importantes e irrepetibles mujeres pensadoras?

Marie Le Jars de Gournay (1565-1645), mujer culta y ampliamente respetada en su tiempo (aunque más tarde fuera olvidada), gran seguidora de los escritos de Montaigne, aseguraba en su obra Sobre la igualdad de hombres y mujeres que «estrictamente hablando, el ser humano no es ni masculino ni femenino: los sexos distintos no están ahí para establecer y señalar una diferencia, sino que sirven solamente para la reproducción. La única característica esencial radica en el alma dotada de inteligencia». Marie decidió permanecer soltera y, producto de su gran cultura y tesón para el estudio, fue artífice de uno de los salones franceses más eminentes en el que se reunían intelectuales de diverso calado donde se hablaba sobre literatura, política o filosofía. El mismísimo cardenal Richelieu fue un confeso admirador de Marie.

Marie de Gournay: «Estrictamente hablando, el ser humano no es ni masculino ni femenino: los sexos distintos sirven solamente para la reproducción»

Apoyándose en algunas tesis del mencionado Montaigne (que llegó a tratar a nuestra protagonista como a una «hija adoptiva espiritual»), De Gournay centró su pensamiento en la reflexión sobre la muerte y en la necesidad de imprimir un sentido a nuestra vida. Pero, sobre todo, puso sobre el tapete la cuestión del género, al afirmar que si bien hombre y mujer se diferencian físicamente, en su interior, sin embargo, albergan una característica idéntica: poseen un alma. Y es que no dudó en denunciar que si las mujeres no alcanzaban puestos más destacados en el panorama cultural de la Francia que le tocó en suerte vivir, era debido a la carencia de posibilidades para formarse. Por esta razón nunca dejó de animar a sus amigas y conocidas, a través de sus libros y en las reuniones que ella misma organizaba, a adquirir el aprendizaje necesario para situarse al mismo nivel intelectual que los hombres para, con el tiempo, demostrar la igualdad de los sexos a este respecto. En un breve texto, titulado Quejas de las mujeres, harta de las falsas acusaciones que sobre ella se cernían (brujería, prostitución, demencia, «vieja solterona», etc.) llegó a escribir que «más de uno dice treinta tonterías y todavía triunfa, por su barba o por el orgullo de sus supuestas capacidades».

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