¿POR QUÉ LA GUERRA FRÍA DETERMINÓ LAS RELACIONES INTERNACIONALES DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX?
Respuestas a la pregunta
El pensamiento primordial de cada líder es la proliferación de una ideología sobre la otra, cada líder pensaba que la estrategia del rival era que el bloque oponente estaba equivocado y que a su vez representaba una amenaza a la estabilidad mundial. Estos aspectos provocaron diversos conflictos nacionalistas locales, como la guerra de China o Corea, o situaciones de zozobra colectiva como el tratado soviético con Cuba y el riesgo de un ataque nuclear a Estados Unidos desde la isla caribeña, o competencias marcadas de mucha tendencia nacionalista y triunfalista como eventos deportivos o la carrera espacial, pero nunca llegaron al punto del enfrentamiento mundial.
Respuesta:A mediados del Siglo XX se configuró un nuevo orden mundial que reformuló el campo de las Relaciones
Internacionales, produciéndose el paso de un mundo multipolar a un mundo bipolar. Durante un lapso de aproximadamente cuarenta y cinco años ambas potencias mantuvieron un enfrentamiento a tal punto que tanto ellos como el resto del mundo debían definirse como capitalistas o comunistas. Mientras existió el conflicto, la Guerra Fría delineó el rumbo de la política internacional.
Introducción
Por estos años, en el campo de las relaciones internacionales, se produjo el traspaso de un mundo multipolar a un mundo bipolar, el cual se caracterizó por la permanente amenaza de los dos polos de poder que constituían este «nuevo orden mundial». Argentina, como la mayoría de los países del Bloque Occidental, estaba bajo la influencia del primero de los sistemas. Para el común de los investigadores, salvo algunas excepciones1, este enfrentamiento bipolar tuvo lugar hasta la disolución del bloque soviético, cuando se vivió una época de grandes cambios en el campo de las Relaciones Internacionales. La «victoria» del capitalismo sobre el comunismo trajo aparejadas varias consecuencias en el ámbito mundial.
Con la caída de la URSS, Estados Unidos gozó del monopolio que le confiere ser «la única gran potencia» y se convirtió en el abanderado del capitalismo y en el promotor de genuinas políticas de dominación global que son dignas de ser consideradas de una ilimitada ambición. Parafraseando a Eric Hobsbawm, esta conducta de la política norteamericana puede denominarse «la megalomanía estadounidense». « Los finales de la Guerra Fría» en Blackburn, Robin «Después de la caída».
Los vaivenes de la Guerra Fría y su impacto en el Tercer Mundo
Se tomará como punto de partida la clasificación que Fred Halliday realiza sobre la Guerra Fría. Aportan un elemento novedoso al indicar que el entrecruzamiento entre ambos ejes da origen al conflicto norte- sur en el cual se desarrollarán los escenarios «calientes» de la Guerra Fría. En cuanto al Tercer Mundo , según los autores, no pueden considerarlo como una estructura coherente debido a su heterogeneidad sino que lo suponen como una categoría analítica con algunos rasgos compartidos como su conflictividad interna y las pretensiones de algunas elites oligárquicas o militares. Tanto Eric Hobsbawm como Paul Kennedy coinciden en que en los setenta acontecen cambios importantes en el esquema bipolar.
Si bien ambos bloques mantenían sus zonas de influencia, no se gestaba un verdadero choque abierto de sus Fuerzas Armadas que implicara una guerra, sino mas bien un intento por parte de las mismas de continuar manteniendo la hegemonía dentro de sus bloques. « y en contra de la ideología y de la retórica de Guerra Fría, habían actuado partiendo de la premisa de que la coexistencia pacífica entre ambas era posible.» . Ni Estados Unidos ni la URSS eran los de años atrás. Ya no conformaban dos bloques monolíticos.
Alejandro Simonoff agrega a las conclusiones de Hobsbawm y Kennedy un análisis interesante. Según el autor durante los setenta, lentamente se pasa de un esquema rígido, en el que prácticamente en todos los conflictos mundiales las dos superpotencias estaban involucradas a otro en el que ambos bandos van a tratar de participar en diferentes conflictos que no necesariamente debían responder a la lógica del esquema este- oeste. Así es como en la praxis la fuerza norteamericana se hizo sentir en los casos de la Revolución Cubana y Santo Domingo.