¿por que la educacion se convierte en un derecho para los padres y un deber para los hijos?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
En la actual Declaración Universal de Derechos Humanos, el artículo 26 señala el derecho de los padres a elegir la educación que prefieren para sus hijos (1), y es más significativo aún el hecho de que los firmantes incluyan este principio entre los básicos que un Estado no puede negar o manipular.
Tanto las sociedades primitivas como las modernas han definido, según sus creencias y organización, el tipo de comportamiento que los padres deben tener hacia sus hijos y han establecido las funciones que le corresponden a cada uno.
En los últimos años tanto la dinámica familiar como las relaciones entre los padres y los hijos han experimentado profundos cambios.
La crianza, en la actualidad, despierta con frecuencia preocupaciones en los padres. El temor a equivocarse durante este proceso, el hecho de que no existan reglas fijas y la necesidad de garantizar el derecho a la participación de los niños como sujetos de crianza originan con frecuencia tensiones emocionales en los padres.
En toda relación humana los derechos y deberes ocupan un lugar primordial y de necesaria reciprocidad, en el sentido de que quien es sujeto de derechos lo es también de deberes y viceversa. Sin embargo, cuando pensamos en los derechos de los niños, necesariamente evocamos los deberes de los padres para con ellos. Nos parece tan natural y lógico que los padres estén obligados a proporcionar lo que los derechos universales del niño establecen como requisitos mínimos de desarrollo y equilibrio, que en ocasiones nos olvidamos de que los padres también tienen derechos y que los niños también deben tener responsabilidades.
Esto no equivale a decir que los derechos del niño no se deban respetar, ni que no se deba buscar abolir las situaciones de abuso hacia ellos, sino que es necesario mantener un equilibrio en la relación padres/hijos entre deberes y derechos, pues, de lo contrario, pasaremos de la autocracia a la permisividad y los hijos no lograrán insertarse de manera armónica en el orden social, sino que se expondrán a constantes desilusiones por sentirse dueños de derechos que ninguna sociedad puede satisfacer.
En el proceso de crianza tanto las tendencias autoritarias de los padres como los comportamientos permisivos generan consecuencias negativas, demostradas a través de estudios con seguimiento a largo plazo, que producen como resultado jóvenes con un autocontrol deficiente y una incorporación difícil al tejido social.
entorno_2Para evitar comportamientos inadecuados en los niños, que van desde la inseguridad hasta la prepotencia, es necesario que estos tengan un acompañamiento seguro por parte de sus adultos significativos, es decir, debemos reasumir integralmente el papel del adulto, pues, como acertadamente lo afirma el filósofo Fernando Savater, “para que una familia funcione educativamente, es necesario que alguien en ella se resigne a ser adulto”.
Cuando los adultos se ausentan, siempre hay alguien que toma su lugar, por lo que el déficit de adultos responsables en el acompañamiento de las vidas de los jóvenes tiene un precio siempre trágico. Para que la crianza sea efectiva es preciso que el niño sea acompañado por mínimo un adulto, que establezca distancia y diferenciación jerárquica, pero que esté mediada por una relación afectiva, enriquecedora y segura, que le permita al niño convertirse en un adulto seguro, capaz de establecer relaciones afectivas y maduras con aquellos
que lo rodean.
Derechos de los padres
Ser papás no es sinónimo de solo deberes. Ellos, por supuesto, son sujetos de derechos, lo que incluye realizarse como individuos. Se trata de lograr puntos comunes con los de sus hijos. La autoridad asertiva significa la permanente puesta en práctica de los derechos y obligaciones mutuas entre padres e hijos, de manera equilibrada y flexible. Es necesario que los padres hagan valer sus propios derechos al tiempo que respetan los derechos de sus hijos.