¿POR qué la CRÓNICA tiene similitud con Lo s textos literarios
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2. Los acontecimientos narrados en la crónica aparecen como verdaderos y en la literatura de viajes no tienen por qué. Si bien es cierto que la verdad es una categoría resbaladiza, cuyo valor (necesidad) es más o menos relevante a lo largo de la historia y de las culturas, el lector acude a la crónica dándola por hecho. El narrador/testigo es un valor añadido en ella y le concede veracidad. Una vez finalizados los viajes ilustrados y científicos del siglo XVIII, la literatura de viajes se mueve en un orden más ficcional.
Ha sido la crónica el género que ha sabido pasar a primer término los hechos históricos de menor impacto, la intrahistoria, por llamarla de alguna manera, y convertirlos en tema y argumentos. Es decir, los hechos que la determinan pero que no irrumpen ni transforman de súbito, y tienen menor visibilidad. La literatura de viajes sigue aferrada a un acontecimiento histórico central. Pienso, por ejemplo, en los libros de Ryszard Kapuscinski o Robert Kaplan, que articulan la estructura en torno a uno o a varios.
El siguiente punto está íntimamente ligado al anterior. La tensión. Si la crónica mantiene una tensión uniforme, pues todos los acontecimientos son determinantes y se encuentran a la misma altura en una relación de horizontalidad, en la literatura de viajes es diferente. Esta asciende, desciende, decae, etc. Por supuesto, la razón principal es la extensión. El mayor número de páginas en la literatura de viajes hace más difícil mantenerla en un punto álgido, mientras en la crónica, el menor número lo hace más fácil. Sin embargo hay crónicas expandidas, como es el caso de El hambre de Martín Caparrós, que consiguen tensionar las seiscientas páginas. Al igual que sucede en el caso anterior, esto se debe a que todos los acontecimientos son relevantes y están a la misma altura. No hay un conflicto que resolver ni un tema que exponer. Todo tiene razón de ser.
El ritmo. La crónica goza de forma general de un ritmo más dinámico y veloz. Prefiere frases simples y cortas. El tiempo verbal del presente. Oraciones de misma estructura. Aun cuando los libros de viajes han sido la transposición de las notas del itinerario (más claras y sencillas), hace tiempo que prefieren el orden literario y poético. Los ritmos se alternan, lento y rápido, por ejemplo. A lo que se suma la descripción, el eje central de la literatura de viajes y no de la crónica, que ralentiza la narración. Por decirlo de cierta manera, el ritmo deviene melodía.
3. Las razones del auge de la crónica en los últimos años tienen que ver con varios factores. Entre ellos, la consabida difusión desde los años sesenta de las nuevas herramientas y dispositivos audiovisuales. Estos fomentan la proyección del yo y la inclusión de la realidad en la ficción o la ficcionalización de la realidad. Un amor o hambre de realidad que se convertirá en encarnación en la crónica, en vez de argumento.
Por otro lado, la gran difusión de la prensa gratuita desde comienzos de este siglo, basada en las noticias de agencias y en la descripción de las mismas, hará que la prensa y los lectores terminen demandando más opinión. Es decir, firmas, autorías y estilos; en definitiva, crónicas. La no ficción lleva implícita tanta «ficción» como la ficción. El periodismo literario adquiere relevancia, necesidad. Y su propia accesibilidad le da visibilidad pues, al publicarse en la prensa, se publicita y difunde por sí solo. Literatura y periodismo se desplazan, se escurren, comparten espacios comunes y tensiones semejantes. Un estilo bebe del otro. El discurso literario está en auge: en la historia, en el periodismo. El estilo crea y es un contenido en sí mismo. Y es en el traslado (desplazamiento) de las figuras retóricas donde mejor se puede plasmar lo que ya sabemos hace tiempo: que cualquier discurso es y ha sido siempre subjetivo. En la actualidad nos encontramos prácticamente en un punto inverso: escasean las noticias y abunda la opinión.