¿Por qué la conquista del lejano oeste significó el fin de los indígenas?
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El siglo XIX para los Estados Unidos tiene dos hechos fundamentales que han marcado su historia. En primer lugar, estaría la guerra civil y, en segundo, pero quizás de mayor importancia, hablaríamos de una expansión territorial, demográfica y económica de primera magnitud. Para entenderlo debemos, en primer lugar, intentar comprender sus causas.
El crecimiento demográfico fue vertiginoso, especialmente por la masiva inmigración europea, además de por una alta natalidad debida a la juventud de los inmigrantes. Si en 1790 había cuatro millones de habitantes, cuarenta años más tarde la población ascendía ya a trece millones y a cuarenta en 1870. Al comenzar el siglo XX, Estados Unidos contaba con unos setenta y cinco millones de habitantes.
Es evidente que el crecimiento demográfico norteamericano fue fruto de la transición demográfica europea y, especialmente de la británica. El crecimiento demográfico de la antigua metrópoli no pudo ser absorbido por la misma. El éxodo rural tenía un límite y la población que no encontraba oportunidades en la industria y en las ciudades inglesas emigró a los Estados Unidos. El caso irlandés fue distinto. Las escasas posibilidades económicas de la población y el hambre que asoló al país a mediados del siglo XIX provocaron el éxodo masivo hacia Norteamérica. Posteriormente, se incorporaron contingentes de inmigrantes de otros orígenes europeos del norte, centro y este.
En estrecha relación con la inmigración estaría la expansión territorial. Gracias a los aportes demográficos europeos se pudo emprender la conquista del Oeste. Pero esta expansión tuvo una grave consecuencia demográfica, ya que supuso el declive de las poblaciones indígenas, recluidas en reservas, tras una duro y cruel enfrentamiento. Por otro lado, la población negra creció durante el siglo XIX, aunque no en términos relativos, ya que en el total de la población el porcentaje de esta población decreció por su inferior nivel de vida, que provocó una mayor tasa de mortalidad.
La marcha de colonos hacia el Oeste tuvo mucho que ver, además, con el descubrimiento de riquezas, como lo atestiguan la famosa fiebre del oro de California, o la necesidad de espacios para el ganado o la agricultura. La rapidez de la colonización se debe, además, a la expansión del ferrocarril. Se construyeron tres grandes líneas transcontinentales. En el norte estaba la Northern, que unió Chicago con Astoria en el Pacífico. En el centro estaba la Kansas, que unió Chicago con Sacramento y San Francisco en California. Por fin, al sur se tendió la línea de la Southern Pacific, que terminaba en Los Ángeles.
La conquista del Oeste es un hecho histórico fundamental en el nacimiento y desarrollo de los Estados Unidos. Algunos historiadores consideran que estaría detrás del acusado individualismo de los norteamericanos, ya que era una empresa que obligaba a hacer frente a situaciones muy difíciles y extremas. Por otro lado, fue una válvula de seguridad o escape ante los excedentes de población que se iban generando en la costa este evitando tensiones sociales. Estas tesis han sido matizadas, pero parece evidente que el ideal de frontera ha estado presente siempre en la historia de Estados Unidos. Al completar la conquista del Oeste, los norteamericanos buscarán nuevas fronteras y desarrollarían un interés imperialista.
La expansión hacia el Oeste no fue fruto de un plan establecido previamente. Se dieron varias formas. En primer lugar, hubo compra de territorios. Serían los casos de Luisiana, adquirida a los franceses en 1803, de Florida a España en 1819 y, por fin, de Alaska a los rusos en 1867. La guerra fue otro procedimiento empleado, como ocurrió con Texas. Este territorio era codiciado por los plantadores sudistas que buscaban nuevas tierras para sus plantaciones. Esto provocó una emigración y colonización de población anglosajona. En 1835, esta población solicitó la incorporación a la Unión pero no fue aceptada, ya que los estados del Norte temían incorporar un estado esclavista tan grande. Al final, el proceso desembocó en una guerra contra México. Por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, México tuvo que ceder no sólo Texas, sino, además la parte continental de California y Nuevo México. Por fin, estaría el modelo de poblamiento. Se trataría de territorios semivacíos aunque con población india, a la que se expulsó después de intensos enfrentamientos. Con la llegada de colonos terminaron por convertirse en estados que se fueron incorporando a la Unión. Fueron los casos de la mayoría de los estados del medio-oeste y del oeste.