¿Por qué es necesario la practica del valor de la democracia en nuestra vida
cotidiana?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:La democracia como la convivencia y la familia requieren sus momentos de silencio y aceptación y entre nosotros la furia y el delirio mantienen ensilladas las bestias.
Medellín, Colombia
De la democracia se ha dicho mucho pero en rigor se ha avanzado poco en fortalecerla y consolidarla es trabajo de todos los días. De ella se dice que es inexacta, voluble, pueril, manipulable, injusta, por esencia pervertible, eso y mucho más podemos decir, no es sorprendente pues los mismos calificativos podemos decir sobre la condición humana. Esos calificativos por lo demás son frecuentes, abundantes y obscenos en las situaciones concretas de diferencia o distancia en asuntos humanos y eso no nos resuelve el problema. En particular en nuestra nación la deformación de la democracia pasa por el tamiz de los odios, la exageración en el insulto y la mentira a flor de boca. Y a ello se le agrega el fetichismo del acto de votar como si ir a las urnas fuera una panacea o el abrir una caja de Pandora. Este fetichismo prepara y alimenta falsas esperanzas y el acto de votar parece más un conjuro o una plegaria en un muro sordo.
Podríamos decir que el ejercicio democrático genuino, sano y sabio, debería ir acompañado de un talante espiritual análogo al que nos exige la vida cotidiana. Cuando la diferencia es mucha o insalvable, es mejor callar y esperar el oportuno ajuste necesario. Por ello es necesario recogimiento y silencio pues juegan un papel decisivo en convivencias duraderas. La democracia como la convivencia y la familia requieren sus momentos de silencio y aceptación y entre nosotros la furia y el delirio mantienen ensilladas las bestias.
Lea también: Aprendizajes colectivos
Lo primero es entonces recordar que solo votar no es la llave mágica y me atrevería a decir que mucho más importante es el acto previo de estudiar las propuestas y votar a conciencia y ello supone un conocimiento básico de la historia. Lo segundo y definitivo es que el acto de votar debe ir acompañado de permanente vigilancia sobre los actos del gobernante. Un tercer punto que vale la pena señalar en esta comparación que propongo es el de la cohesión social. No se logra la tan anhelada cohesión social desde los evangelios del odio y la contienda por la presidencia tiene en este caso una instigación virulenta que deforma profundamente la vida democrática y tiene su rostro lamentable en las adhesiones ciegas.
Lo que intentamos practicar en las familias vale para la nación ¿Quien escogió sus hermanos? ¿Estamos plenamente seguros de elegir y no ser el elegido en una relación de pareja? Las afinidades electivas y la forma como las emociones nos hacen postrar no permiten decir que en materia amorosa elijamos libre y desprevenidamente y eso nos lleva a aceptar como inexorables ciertas peculiaridades de parejas y parientes. En la vida social ocurre esto mismo pero a una escala mayor. Los observadores del proceso democrático desearíamos ahora, después de conocidos los resultados, la llegada del silencio o de una conciencia ciudadana de aceptación de las reglas del juego. Las reglas, vulneradas algo o mucho, son sin embargo las reglas. En nuestra condición histórica un signo demoledor de inmadurez e insensatez que riega de sangre nuestros campos y ciudades es ese arrojar la reglas al fuego, ese vociferar que no acepta derrotas ni cambios en la hoja de ruta y prefiere ignorar cualquier regla para sumirnos en un caos sin orilla.
Explicación:
Respuesta:
La democracia es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía. En una democracia ideal la participación de la ciudadanía es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes.