Historia, pregunta formulada por cieloazucel, hace 1 año

por que es ilegal vender o comprar bienes culturales que son parte de nuestro patrimonio

Respuestas a la pregunta

Contestado por zarithacosta25
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Se denomina patrimonio histórico al conjunto de bienes, tanto materiales como inmateriales, acumulados a lo largo del tiempo. Estos bienes pueden ser de tipo histórico de diversa índole, artístico (arquitectónico, escultórico, etc.) paleontológicoarqueológicoetnográficodocumentalbibliográficocientífico o técnico, así como sitios naturales o parques, que por su ecosistema o valor histórico deban ser protegidos.
Contestado por Azucarado
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os objetos arqueológicos son un patrimonio cultural de la Nación colombiana porque dan testimonio del pasado y el presente del país. Como su valor cultural es excepcional, la ley prohíbe su compra, su venta y su exportación (Ley General de Cultura). La exposición Museo del Oro: una mirada desde el patrimonio arqueológico destaca, sobre la exhibición permanente del Museo y en diálogo con su colección, la responsabilidad que como colombianos tenemos de cuidar y conservar nuestro patrimonio. Estará abierta desde el 1 de agosto hasta el 13 de enero de 2013. La exposición también hace parte de la celebración de los 40 años de la Convención del Patrimonio Mundial de la Unesco.

Después del narcotráfico, la trata de personas, el comercio de armas y de animales exóticos, el tráfico de patrimonio arqueológico es uno de los negocios ilegales más grandes del mundo.

El patrimonio cultural es el hogar de la memoria colectiva, aquello que hace que la gente se sienta parte de un barrio, de una ciudad, región o nación, es decir, de una comunidad. Es un conjunto de elementos, materiales e inmateriales, que conectan a la gente con su pasado, la identifican en el presente y la proyectan hacía el futuro. A través del patrimonio cultural los grupos sociales transmiten su memoria y combaten el olvido.

En Colombia el patrimonio arqueológico son todos los vestigios de la gente que vivió en épocas pasadas. No solo se trata de objetos, también las antiguas áreas de habitación, terrazas de cultivo, caminos, cementerios, restos animales, restos vegetales y piezas de arte, los son.

El patrimonio arqueológico no tiene precio

Así lo estipula la ley: el patrimonio no se compra y no se vende. Pertenece a la Nación. Todos y cada uno de los colombianos tiene derechos y deberes frente a él. Ninguna persona o institución, privada o pública, puede reclamar ser dueña de estas piezas. Su propiedad es colectiva y por eso no solo incluye a los colombianos del presente, sino también a las generaciones futuras. 

El valor del patrimonio arqueológico no puede expresarse en dinero. Ninguna cifra equivale a su significado histórico y cultural, ni a su poder para simbolizar y guardar la memoria colectiva de nuestro país. 

Todos podemos ser guardianes del patrimonio
Si el patrimonio arqueológico pertenece a la Nación, ¿qué ocurre con las personas e instituciones que han conservado durante años objetos de este tipo? 

La ley colombiana los nombra tenedores de bienes arqueológicos y puede permitirles tener la pieza. Para legalizar esta tenencia debe hacerse un registro de los bienes ante el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) antes del antes del 12 de marzo de 2013, sin ningún costo, ya sea en las instalaciones del instituto en Bogotá o a través de la página web www.icanh.gov.co.

Durante el registro, el Instituto evalúa si la persona o institución puede cumplir con las obligaciones de tenedor y si contribuye a que el patrimonio arqueológico cumpla su misión: conocer y preservar la memoria colectiva del país. La ausencia de este registro autoriza al ICANH a decomisar y entregar el patrimonio arqueológico a un tenedor que sí cumpla con las obligaciones establecidas. 

Cruz María Dimaté, un héroe olvidado del patrimonio 
En 1969. Cruz María Dimaté, un campesino de Pasca, Cundinamarca, encontró, en una pequeña cueva de un páramo del municipio de Pasca, al sur de la ciudad de Bogotá, un recipiente de cerámica con unas figuras de oro en su interior, una de ellas la conocida balsa. 

Cruz María le entregó las piezas a Jaime Hincapié Santamaría, párroco de Pasca, quien contactó al Banco de la República que finalmente las adquirió para el Museo del Oro. Al ser exhibida para todos en el Museo, de inmediato la balsa muisca se convirtió en uno de los emblemas de Colombia.

¿Y si Cruz María hubiera preferido fundir o vender en el extranjero la balsa muisca para ganarse unos pesos? 

Pues no lo hizo y por eso se convirtió en un héroe del patrimonio. Cruz María puso al alcance de todos los colombianos una de las obras más significativas de nuestra historia. La balsa ha estado expuesta desde entonces en el Museo del Oro de Bogotá, donde millones de personas la han visitado. 

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