Filosofía, pregunta formulada por madeleinevarela65, hace 10 meses

Por qué en el enfoque naturalista el valor es descriptivo?

Respuestas a la pregunta

Contestado por digio212
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Respuesta:

Durante las últimas décadas, la filosofía de la ciencia se ha visto forzada a replantearse la

cuestión de su propio estatus como conocimiento para superar los problemas surgidos tanto a

partir del fundacionalismo lógico como de los autores del giro historicista. Para superar estos

problemas, ha tenido que renunciar al estatus de metaciencia que se había otorgado a sí misma

en sus orígenes: se trata de pasar a concebir la filosofía de la ciencia como una ciencia más, o

por lo menos, partir del conocimiento científico para basar sus teorías acerca de la ciencia. En

ello consiste el naturalismo.

Como punto de partida, en este trabajo analizaremos en detalle cómo ha tenido lugar este

cambio de planteamiento en la historia de la filosofía de la ciencia como disciplina, así como

las implicaciones, ventajas y límites que supone considerar la reflexión filosófica respecto al

conocimiento científico como una ciencia más.  

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1. Las raíces del naturalismo

Por lo menos desde sus inicios a principios de siglo XX, la filosofía de la ciencia como

disciplina se ha situado en un plano distinto al de la ciencia, gracias a lo cual ha podido

justificar su carácter normativo. Así, la filosofía de la ciencia del círculo de Viena no se

preocupa por describir cómo es la ciencia que hacen los científicos, sino de cómo tiene que

ser la ciencia que hacen los científicos. Al situarse en este otro plano, el filósofo de la ciencia

asegura su ámbito de investigación, distinto del de otras disciplinas que tienen también por

objeto el estudio de la ciencia como, por ejemplo, la historia de la ciencia. El filósofo lo que

hace son reconstrucciones racionales de las teorías científicas con la finalidad de analizar si

son consistentes. El contexto de descubrimiento carece de interés para el filósofo, ya que él se

limita a reformular las teorías de manera que cumplan con los requisitos que las convierten en

teorías racionales; requisitos que, dicho simplificadamente, consisten en que la teoría se base

exclusivamente en enunciados observacionales que se relacionan internamente de manera

lógico-matemática.

Los problemas de este enfoque de la filosofía de la ciencia surgen de inmediato: si las

únicas teorías aceptables son las que se basan en enunciados observacionales relacionados de

manera lógica, ¿de qué tipo son los enunciados de la filosofía? Como los mismos miembros

del círculo de Viena admiten (quizás para delimitar su terreno), sus enunciados no pueden ser

observacionales, ya que no se ocupan de describir lo que los científicos hacen, sino de llevar a

cabo reconstrucciones racionales sobre el trabajo de los científicos para después analizar su

consistencia lógica y su base empírica. Dicho de otro modo, analizan si las teorías son

consistentes con las reglas que se supone que tienen que cumplir. Se sitúan desde buen

comienzo en el ámbito normativo definiendo su filosofía de la ciencia, no como una ciencia,

sino como una metaciencia.

Con esto, aunque podamos pensar que la filosofía queda degradada a una disciplina de

segundo orden, los filósofos de la ciencia consiguen situarse en un plano en el que la realidad

de las cosas carece de importancia. El hecho de que los científicos en su día a día no se

preocupen, por ejemplo, de basar sus teorías en enunciados observacionales, no afecta para

nada a los postulados del filósofo de la ciencia, porque él se ocupa solo de reconstruir la teoría

que ha descubierto el científico y analizarla para ver si satisface o no sus criterios

epistemológicos. La cuestión es ¿y de donde surgen estos criterios normativos? ¿Sobre qué

base afirmamos que los enunciados de la ciencia deben basarse en la lógica y en la

Explicación:

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