¿Por qué en el acta de la independencia se utilizó la denominación "Provincias Unidas de Sudamérica"? ¿Tiene algo que ver con el plan de San Martín? ¿Sí o no? ¿Por qué?
Respuestas a la pregunta
Respuesta:
Durante las primeras décadas del siglo XIX, el primer impulso de la emergencia de la nación en Hispanoamérica fue de carácter americano, a pesar de los sentimientos patrióticos regionales. De allí viene la paradójica confusión que «los hombres de la independencia 'hablen' como americanos y que nosotros los 'escuchemos' como mexicanos, venezolanos, peruanos, chilenos, argentinos...» (Chiaramonte: «El problema del origen», 8). Por tanto, entender el surgimiento de las diferentes naciones hispanoamericanas implica superar este criterio teleológico de ver el nacimiento de la nación como algo dado desde el inicio de la lucha emancipadora, y no como un proceso de construcción y ajuste tanto territorial como simbólico, especialmente entre los años de 1808 a 1830. Particularmente en la zona del Río de la Plata este sentimiento fue muy notorio, en 1810, en la instalación de la «Junta Provincial Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata» que, a pesar de representar sólo al cabildo de Buenos Aires, tenía como horizonte la independencia de toda la América. Esta junta, como otras surgidas en otras regiones de Hispanoamérica, se instaló por la crisis de legitimidad monárquica creada por la invasión francesa de España y la abdicación del trono por Fernando VII a favor del hermano de Napoleón Bonaparte en 18081. Mariano Moreno, presidente de la Junta de las Provincias del Río de la Plata, expresaba así esta crisis de legitimidad a nombre de .América pero pensando al mismo tiempo en posibles ajustes territoriales regionales:
¿La América podrá establecer una constitución firme, digna de ser reconocida por las demás naciones, mientras viva el Sr. Dr. Fernando VII, a quien reconoce por monarca? Si sostenemos este derecho, ¿podrá una parte de la América por medio de sus legítimos representantes establecer el sistema legal de que carece, y que necesita con tanta urgencia? ¿O deberá esperar una nueva asamblea, en que toda la América se dé leyes a sí misma, o convenga en aquella división de territorios, que la naturaleza misma ha preparado? (Mariano Moreno: «Sobre el congreso convocado, y constitución del estado», Gazeta de Buenos Aires, 1810)
(Chiaramonte: Ciudades, provincia, 341)
Aunque se presume un criterio regional en el futuro, el primer impulso independentista es de naturaleza americana. Este sentimiento se mantuvo por mucho tiempo hasta consolidar el proceso independentista de España en toda América del sur, especialmente con la derrota de los ejércitos realistas en las batallas de Junín y Ayacucho en 1824. Por eso el congreso de Tucumán en 1816 desconoció la autoridad de Fernando VII y declaró la independencia de esta parte del continente a nombre de las Provincias de Sud América, reconociendo la dimensión macro-regional de la gesta criolla emancipadora, graneada en este poema patriótico de la época: «No canto las proezas victoriosas / De grandes Reyes y Conquistadores / Que aterraron al mundo con horrores / De acciones belicosas / Canto a la Independencia Americana / De la Nación Hispana...» (El censor, 55, 18 de diciembre de 1816. Biblioteca de Mayo. TVIII 6873).
Si asumimos este criterio «macro» y no el tradicional «micro» en la emergencia de la nación criolla secular en Hispanoamérica podremos entender por qué surge el incaísmo en la zona del Río de la Plata como una ficción orientadora provisional de la legitimación política y simbólica de una nación criolla que todavía no tenía límites territoriales definidos. Sostengo que las viejas conexiones administrativas y territoriales entre el Virreinato del Perú y el Virreinato del Río de la Plata, a través de la sucesiva posesión de la Audiencia de Charcas; la formación de algunos de los principales ideólogos de la revolución de mayo en la vieja Universidad de Chuquisaca (llamada antiguamente la Ciudad de la Plata, hoy Sucre); la resonancia heroica continental de la rebelión de Túpac Amaru II en 1780; la recepción temprana en esta zona de los proyectos incaístas e indigenistas de los criollos exiliado
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