Por qué el imperio carolingio se inpiró mas en el imperio romano que en el bizantino?
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Carlomagno, rey de los francos, alcanza una alianza con el Papa, que le corona emperador en el año 800. Se siente heredero de la unidad política y religiosa alcanzada por el Imperio Romano bajo Constantino, y con este modelo como referencia emprende una renovación cultural que se ve impulsada desde la Corte.
En Aquisgrán se establece un conjunto palatino, organizado urbanísticamente de forma geométrica, en cuyo flanco sur estaba la capilla Palatina, a cuya tribuna accedía el emperador por un corredor desde el aula regia, de planta rectangular, con ábside, como las basílicas romanas. El núcleo central de la capilla, oratorio privado donde se guardaban las más preciadas reliquias, es de planta octogonal, con deambulatorio, en la tradición de los espacios centralizados, desde los martyria paleocristianos. Está ornamentado con suntuosos mármoles traídos de Roma, con gruesos pilares y arcos de medio punto con dovelas que alternan dos colores.
Los carolingios también levantaron iglesias con un ábside en el oeste, a imitación de la basílica del Vaticano en Roma. En este lugar, se generó un gran volumen torreado, con una entrada monumental, denominado, en alemán, westwerk (obra occidental). Originariamente tuvo diversos usos prácticos, como parroquia o tribuna, pero acabó cumpliendo una trascendental función simbólica como fortaleza de la fe, bastión defensivo contra los poderes del mal: ahí está el origen de la fachada torreada de las iglesias occidentales.
En esta época se fijó la distribución del monasterio, al imponerse, por orden imperial, la regla benedictina, dictada por San Benito, monje del siglo VI, instalado en Montecassino; esta regla establece una rigurosa organización: todas las actividades eran comunitarias, lo que implicaba diseñar espacios para cada función.
Entre todas las artes figurativas tuvo especial importancia la miniatura. Numerosos talleres, impulsados por la Corte, trabajaron en la realización de libros miniados, de uso litúrgico. Iconográficamente beben de la tradición paleocristiana, de manera que constituyen un eslabón a tener en cuenta para toda la representación románica. Estilísticamente son imágenes planas, muy esquemáticas con convenciones narrativas que se repiten, pero muy imaginativas y, en ocasiones, con delicados detalles. Destacan, en especial, las letras capitulares historiadas, de gran expresividad. A través de estas imágenes se refuerza el mensaje de la existencia de dos poderes, el terrenal, propio del emperador, y el espiritual, reservado al Pontífice
El mundo carolingio va a tener raíz latina. Se inspiró más en la cultura romana que en la bizantina. Ante esa necesidad de preparar intelectualmente a clérigos, monjes y personal administrativo, la cultura sale de los monasterios para acceder y constituir centros intelectuales en catedrales e incluso en el palacio real de Aquisgrán. De esta manera, se crearon escuelas monacales, escuelas catedralicias o episcopales y una gran escuela palatina.
El mayor esfuerzo de este proceso cultural se centró en la producción de libros. Las bibliotecas se enriquecieron con numerosas copias de libros que procedían de Irlanda, Italia y España.
No sólo se copiaron libros de los grandes padres de la iglesia, sino también de la antigüedad clásica como Cicerón, Plinio, Tito Livio, etc.
Paralelamente, se creó una caligrafía de letras pequeñas, redondeadas y separadas entre sí, que facilitaba enormemente la copia, la difusión y la lectura de estos libros. Es la llamada letra carolingia.
Carlomagno rompió con la tradición anterior de que las cortes fueran itinerantes, construyendo una gran ciudad palatina en Aquisgrán similar a la ciudad palatina de Constantinopla pero totalmente inusual en el marco político europeo. De la ciudad palatina de Aquisgrán sólo quedan restos arqueológicos, pero son suficientes como para darnos una idea de cómo era.
En Aquisgrán se establece un conjunto palatino, organizado urbanísticamente de forma geométrica, en cuyo flanco sur estaba la capilla Palatina, a cuya tribuna accedía el emperador por un corredor desde el aula regia, de planta rectangular, con ábside, como las basílicas romanas. El núcleo central de la capilla, oratorio privado donde se guardaban las más preciadas reliquias, es de planta octogonal, con deambulatorio, en la tradición de los espacios centralizados, desde los martyria paleocristianos. Está ornamentado con suntuosos mármoles traídos de Roma, con gruesos pilares y arcos de medio punto con dovelas que alternan dos colores.
Los carolingios también levantaron iglesias con un ábside en el oeste, a imitación de la basílica del Vaticano en Roma. En este lugar, se generó un gran volumen torreado, con una entrada monumental, denominado, en alemán, westwerk (obra occidental). Originariamente tuvo diversos usos prácticos, como parroquia o tribuna, pero acabó cumpliendo una trascendental función simbólica como fortaleza de la fe, bastión defensivo contra los poderes del mal: ahí está el origen de la fachada torreada de las iglesias occidentales.
En esta época se fijó la distribución del monasterio, al imponerse, por orden imperial, la regla benedictina, dictada por San Benito, monje del siglo VI, instalado en Montecassino; esta regla establece una rigurosa organización: todas las actividades eran comunitarias, lo que implicaba diseñar espacios para cada función.
Entre todas las artes figurativas tuvo especial importancia la miniatura. Numerosos talleres, impulsados por la Corte, trabajaron en la realización de libros miniados, de uso litúrgico. Iconográficamente beben de la tradición paleocristiana, de manera que constituyen un eslabón a tener en cuenta para toda la representación románica. Estilísticamente son imágenes planas, muy esquemáticas con convenciones narrativas que se repiten, pero muy imaginativas y, en ocasiones, con delicados detalles. Destacan, en especial, las letras capitulares historiadas, de gran expresividad. A través de estas imágenes se refuerza el mensaje de la existencia de dos poderes, el terrenal, propio del emperador, y el espiritual, reservado al Pontífice
El mundo carolingio va a tener raíz latina. Se inspiró más en la cultura romana que en la bizantina. Ante esa necesidad de preparar intelectualmente a clérigos, monjes y personal administrativo, la cultura sale de los monasterios para acceder y constituir centros intelectuales en catedrales e incluso en el palacio real de Aquisgrán. De esta manera, se crearon escuelas monacales, escuelas catedralicias o episcopales y una gran escuela palatina.
El mayor esfuerzo de este proceso cultural se centró en la producción de libros. Las bibliotecas se enriquecieron con numerosas copias de libros que procedían de Irlanda, Italia y España.
No sólo se copiaron libros de los grandes padres de la iglesia, sino también de la antigüedad clásica como Cicerón, Plinio, Tito Livio, etc.
Paralelamente, se creó una caligrafía de letras pequeñas, redondeadas y separadas entre sí, que facilitaba enormemente la copia, la difusión y la lectura de estos libros. Es la llamada letra carolingia.
Carlomagno rompió con la tradición anterior de que las cortes fueran itinerantes, construyendo una gran ciudad palatina en Aquisgrán similar a la ciudad palatina de Constantinopla pero totalmente inusual en el marco político europeo. De la ciudad palatina de Aquisgrán sólo quedan restos arqueológicos, pero son suficientes como para darnos una idea de cómo era.
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