Por qué el coronavirus es una cuestión geopolítica?
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El nuevo coronavirus, 2019-nCoV, ha paralizado China en las últimas semanas. Algunas multinacionales, como Apple, han visto interrumpido su suministro desde China . Y otras muchas, con fábricas en China, han decidido paralizar su producción. Debido a la reducción prevista del turismo chino, Tailandia ha recortado sus previsiones de PIB para 2020.
Dentro del lujo, uno de cada dos productos tiene como cliente final un nacional chino, aprovechando sus viajes al extranjero para realizar estas compras. Y, dentro de China, se están refinanciando los créditos concedidos a muchas PYMES. Al evitar las aglomeraciones de personas, muchos negocios están cerrados o sin clientela suficiente, lo cual acabará ejerciendo cierta presión sobre el empleo. Los costes económicos derivados del coronavirus, atendiendo a todas estas consideraciones, entre muchas otras, son devastadores.
Sin embargo, el virus en cuestión, presenta una tasa de mortalidad del 2-3%. Este virus, es cierto, se contagia más rápidamente si lo comparamos con otras crisis similares como la del SARS . Pero, salvo esta circunstancia, no parece existir un porcentaje significativo de la población gravemente amenazada por este nuevo coronavirus. La mortalidad, además, es marginal en los países afectados fuera de China .
Con todo, como es natural, la opinión pública está sometiendo esta crisis a un escrutinio exhaustivo. Y, como consecuencia de esto, el gobierno central chino ha reaccionado con medidas extremas. Es decir, con un virus que afecta al 0,0014% de la población, ha accedido a sacrificar una parte notable del PIB. Desde el exterior, no cabe duda, se ha estado ejerciendo presión nada más confirmarse los hechos.
En realidad, de regímenes opacos como son los comunistas, la comunidad internacional siempre espera dos cosas. Y, en segundo lugar, dar preferencia a cuestiones de índole económica sobre las vidas humanas. Sin embargo, el gobierno central chino ha decidido salirse del guión, castigando la ocultación de información sobre esta crisis. Por otra parte, la actividad económica ha sido paralizada parcialmente, al único efecto de evitar más contagios.
Es decir, se han priorizado las vidas humanas, lo cual no suele ser habitual en los regímenes comunistas. El partido comunista mantiene sus intentos de legitimarse al frente del poder, en China, si bien los costes siguen siendo altos. Esta crisis del coronavirus, en cualquier democracia liberal occidental, habría tenido un coste sensiblemente menor. Primero, no habría sido necesario sobreactuar en detrimento de la actividad económica.
Las crisis de legitimidad política, en democracia, se resuelven automáticamente convocando elecciones. Y, segundo, la presión del mundo industrializado no habría sido tan asfixiante. China, conviene recordarlo, no deja de ser un rival estratégico para EE. El racismo anti-chino, convenientemente incluido en las coberturas mediáticas, lamina los esfuerzos titánicos del gigante asiático a la hora de forjar alianzas internacionales mediante su ambiciosa iniciativa comercial conocida como Belt and Road .
El pánico podría estar retroalimentándose al efecto de intentar debilitar a China. Sin embargo, el excesivo celo derivado de una presión internacional adicional ejercida sobre determinados regímenes dictatoriales , también convierte la acción política en ineficiente. El gobierno central, en vidas humanas, parece haber hecho todo lo posible para minimizar las pérdidas.
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