por que el agua y el cloruro de sodio son materia orgánica
Respuestas a la pregunta
El cloro es el reactivo universal, con gran diferencia el más usado para la desinfección”, explica el autor. Su función es inactivar a los microorganismos patógenos, y en la actualidad se utiliza de forma generalizada desde que a principios del siglo XX comenzara de forma lenta y progresiva su aplicación. Su principal acción se produce sobre las bacterias del agua, mientras que puede ser menos eficaz para otros patógenos, como algunos virus y aún menos eficaz frente a protozoos. No es la única opción para la desinfección del agua, pero es la más barata y la que requiere una menor cualificación del personal en su aplicación.Sin embargo, en la década de los setenta se conoció que, de forma inevitable, genera subproductos resultantes de su reacción con la materia orgánica natural de las aguas, que procede de su contacto con el suelo y el material vegetal. Las aguas llegan así a las plantas de potabilización urbanas donde, en contacto con el cloro, esta materia orgánica produce moléculas de pequeño tamaño, cuyo consumo continuado a lo largo de la vida podría tener alguna responsabilidad en determinados tipos de cáncer o afectar a la reproducción en algunos de sus estadios.
Respuesta:
En 1998, la directiva 98/83 de la Comisión Europea estableció la obligación de reducir la cantidad de un grupo de estos compuestos, los trihalometanos, a un valor máximo de 100 microgramos por litro de agua. El Gobierno español solicitó una moratoria de 10 años para conseguirlo, argumentando que los países del sur de Europa se suelen abastecer mayoritariamente de aguas superficiales, que arrastran más carga orgánica, aparte de tener mayores temperaturas, otro factor importante. Las mediciones de estos compuestos daban resultados tan elevados que se hacía necesario realizar modificaciones importantes en los tratamientos de potabilización.
El equipo de Rafael García-Villanova estudió y monitorizó la situación en Castilla y León, donde las aguas de corrientes fluviales usadas para abastecimiento de algunas poblaciones presentaban características naturales de su materia orgánica que les conferían un elevado potencial de formación de trihalometanos, lo que obligaba a extremar la selección y optimización del tratamiento. En el año 2007, uno antes de cumplirse el plazo necesario para lograr el objetivo que marcaba Europa, todas las plantas potabilizadoras de la comunidad controladas habían logrado reducir esos valores por debajo del nuevo límite, todo “un éxito y una garantía de seguridad” para los ciudadanos.
Así mismo ocurrió en el resto de España. Muchas poblaciones tuvieron que optimizar o introducir medidas novedosas, como coagular más eficazmente u oxidar esa materia orgánica de forma previa, optimizar la dosificación de cloro, combinarla con cloraminas, aplicar desinfectantes-oxidantes alternativos o introducir carbón activo en los filtros. A pesar de todo, las investigaciones prosiguen, puesto que la evolución de los instrumentos analíticos hace que recientemente se hayan detectado otros subproductos de cloración, si bien en cantidades extremadamente pequeñas, por ejemplo nitrosaminas, también clasificadas como sospechosas de carcinogenicidad.
La dificultad de realizar estudios epidemiológicos
Es difícil establecer una relación epidemiológica entre el consumo de agua clorada y las enfermedades, por diversos factores”, apunta el científico. Los estudios son retrospectivos y necesitan décadas de observación en personas que consumieran las mismas aguas, con el mismo tratamiento, y aun así pueden depender de muchos otros factores de difícil control por los investigadores.